El eje de la polémica de estos últimos años, parece girar solamente en torno a las desastrozas medidas gubernamentales que toma la administración Kirchner-Fernández Wilhelm, quedando un siniestro margen de silencio para otras etapas tan funestas como la presente. Y para hablar en concreto, nos referimos a lo que fue el menemato.
Como alguna vez lo hemos expuesto, Carlos Saúl Menem fue el 'padrino' de todos los políticos que hoy, sean kirchneristas, progresistas o macristas, detentan el poder. Funcionario menemista fue Horacio Rodríquez Larreta (jefe de Gabinete de Mauricio Macri); funcionario menemista fue Felipe Solá (ex Gobernador bonaerense de Néstor Carlos Kirchner); funcionario menemista fue Alberto Ángel Fernández (ex jefe de Gabinete de Néstor Kirchner); funcionario menemista fue el propio ex presidente Néstor Carlos Kirchner; funcionario menemista fue Eduardo Alberto Duhalde (ex presidente de la Nación); y la lista sería interminable.
Todos ellos -más los que no han sido colocados en la enumeración-, avalaron los terribles 10 años de menemismo ultraliberal, entreguista e infame. Buscando en los archivos, dimos con un lamentable pero real discurso que dio el entonces presidente Carlos Saúl Menem en su primera visita a la Casa Blanca, en Wahington DC., el 14 de noviembre de 1991. Era presidente de los Estados Unidos era el masón y racista de linaje hebreo George Herbert Walker Bush (más conocido como George Bush padre), el mismo que en 1990 preparó "una auténtica campaña de mentiras y engaños para poder realizar la guerra contra Irak. En aquel momento, el Congreso norteamericano estaba dividido acerca de la necesidad de la guerra. A fin de ganarse a la opinión pública, y por lo tanto definir a favor de la votación en el Congreso -señala Walter Graziano en la obra "Hitler ganó la guerra"-, el padre de Bush decidió televisar a todo el mundo el testimonio de una joven iraquí llamada Nayirah que, llorando ante las cámaras televisivas y legislativas, aseguraba que los soldados iraquíes que invadieron Kuwait habían producido la muerte de 312 bebés al sacarlos de las incubadoras de un hospital para dejarlos morir de frío en el piso helado. Dijo que lo presenció (...) En marzo de 1991 se reveló que la niña de 15 años no había estado en Kuwait en ese momento sino en Washington DC, no se llamaba Nayirah y era nada menos que la hija del embajador de Kuwait en Naciones Unidas".
Veamos el patético discurso del agente internacional Carlos Saúl Menem de 1991, donde hace mención de la entrada de Argentina al nuevo orden mundial, y donde propiciaba "una economía libre", llena de "privatizaciones". ¿Recordará el delincuente Néstor Carlos Kirchner que tanto él como Menem llevaron adelante la privatización (entrega) de YPF (Yacimientos Petrolíferos Fiscales) siguiendo las pautas de George H. W. Bush en su "Iniciativa para las Américas", del que Menem hace mención?:
“Señor presidente, señoras y señores, hermanas y hermanos de América:
Muchas gracias por sus cálidas palabras de bienvenida.
Quiero expresar mi honda satisfacción al encontrarme nuevamente en este gran país, cuyas instituciones y valores fueron y son ejemplo de la libertad y la dignidad humanas.
Lo hago, además, con la satisfacción de haber recorrido un largo trecho en el camino transformador que mi gobierno se ha fijado.
Mucho más nos queda por hacer en la Argentina. Muchas son las expectativas no satisfechas. Muchos los problemas.
Sin embargo, con esfuerzo, firmeza y decisión, estamos logrando remontar la cuesta de la decadencia.
Con libertades civiles. Con libertades económicas. Con una prensa libre de inédita amplitud.
Después de dos años de ardua tarea de cambio, la mayoría del pueblo argentino acaba de ratificarnos su apoyo, en las recientes elecciones.
Es un respaldo al gobierno. Al rumbo económico. Y también a una nueva forma de inserción mundial.
Nuestra convicción es, hoy, más firme que nunca.
Para seguir adelante con la reforma del Estado. Las privatizaciones. La apertura comercial. El estímulo a la inversión extranjera. La desregulación. Y el regreso de capitales argentinos.
La Argentina también está decidida a continuar con un papel activo en defensa de la paz y la seguridad internacionales, apoyando por todos los medios a nuestro alcance las iniciativas de las Naciones Unidas.
A principios de este año, una distante región del mundo estaba en crisis. Enfrentábamos graves riesgos en el Golfo, con posibles consecuencias para todo el planeta.
En el marco de lo decidido por las Naciones Unidas, el gran esfuerzo de los Estados Unidos y sus aliados logró detener la agresión y restaurar la vigencia del derecho internacional.
Participamos en esa gesta y nos sentimos orgullosos de ello.
Algunos meses después, fue usted mismo, señor presidente, quien tomó la iniciativa de proponer unilateralmente una significativa reducción de arsenales nucleares.
Medio Oriente parecía, desde tiempos remotos, una región donde sucumbían y se frustraban todas las expectativas de una paz justa y duradera.
Hace unos días, inauguró usted una conferencia que ha renovado las esperanzas de un diálogo constructivo en la región, al convocar a una misma mesa negociadora adversarios hasta ayer irreconciliables.
Se trata de un formidable camino recorrido. Insisto: un formidable camino. Se está generando un nuevo orden internacional basado en la paz, en la justicia, en la razón.
La Argentina va a estar entre sus artífices.
Por eso mismo, reconocemos hoy nuestras vastas coincidencias con los Estados Unidos. Por ejemplo, en el común designio de lograr la restauración del régimen democrático en la República de Haití.
Por eso confiamos en la integración. Procuramos consolidar el Mercosur con nuestros hermanos regionales. Y también procuramos aunar nuestros esfuerzos, para que fructifique la ambiciosa “Iniciativa para las Américas” que usted, señor presidente, concibió y enunció el año pasado.
Con Brasil hemos firmado un acuerdo para el uso exclusivamente pacífico de la energía nuclear y estamos en vísperas de concluir un acuerdo de salvaguardias con la organización internacional de energía atómica.
También con Brasil y Chile, y la ulterior adhesión de Uruguay, Paraguay y Bolivia, nos hemos comprometido a no producir ni adquirir, almacenar o transferir armas químicas o biológicas, descartando cualquier uso de las mismas.
Hemos adherido al régimen de control de la tecnología misilística, conocido por su sigla, MTCR.
Se renuevan los sueños proféticos de Whitman, entrelazados con las ilusiones de una sola y gran América, que enunciaron Darío, Martí y Sarmiento.
Para ello será necesario que en todos y cada uno de los países de nuestra América se encuentren en plena vigencia la democracia representativa, el total respeto a los derechos humanos y una economía libre.
Repito, en todos los países del continente, sin exclusiones de ninguna naturaleza.
Señor presidente:
Traigo el mensaje de una Nación que se está mirando a sí misma.
El mensaje es muy simple: la Nación Argentina encara con seriedad su inserción en el nuevo orden internacional. Está segura de lograrla porque asume la democracia representativa, respeta los derechos humanos y practica una economía libre.
Confía en que la Comunidad Económica Europea y el mundo desarrollado, no persistirán en viejas rutinas proteccionistas, que atentan contra la esperanza de un futuro mejor.
Confía en que podamos cooperar estrechamente para –y cito sus propias palabras, mi querido presidente y amigo- “eliminar los subsidios que distorsionan el comercio”.
Confía en que logremos traducir ciertas declaraciones políticas en resultados concretos, dejando lugar a mercados cuya transparencia recompense a los productos eficientes.
Confía en la democracia constitucional más antigua del mundo.
Confía en los Estados Unidos y sus dirigentes, que durante 1991 han asumido con madurez, imaginación y encomiable mesura sus responsabilidades ante la comunidad internacional.
Señor presidente: estoy realmente emocionado con este recibimiento. Descuento que nuestra estadía será no sólo placentera, sino también muy provechosa. Le agradezco su cordialidad y su hospitalidad.
Estoy seguro que haremos un excelente trabajo.
God bless you, Mr. Presidente. God bless your country. And God bless our America.
Muchas gracias”.
Muchas gracias por sus cálidas palabras de bienvenida.
Quiero expresar mi honda satisfacción al encontrarme nuevamente en este gran país, cuyas instituciones y valores fueron y son ejemplo de la libertad y la dignidad humanas.
Lo hago, además, con la satisfacción de haber recorrido un largo trecho en el camino transformador que mi gobierno se ha fijado.
Mucho más nos queda por hacer en la Argentina. Muchas son las expectativas no satisfechas. Muchos los problemas.
Sin embargo, con esfuerzo, firmeza y decisión, estamos logrando remontar la cuesta de la decadencia.
Con libertades civiles. Con libertades económicas. Con una prensa libre de inédita amplitud.
Después de dos años de ardua tarea de cambio, la mayoría del pueblo argentino acaba de ratificarnos su apoyo, en las recientes elecciones.
Es un respaldo al gobierno. Al rumbo económico. Y también a una nueva forma de inserción mundial.
Nuestra convicción es, hoy, más firme que nunca.
Para seguir adelante con la reforma del Estado. Las privatizaciones. La apertura comercial. El estímulo a la inversión extranjera. La desregulación. Y el regreso de capitales argentinos.
La Argentina también está decidida a continuar con un papel activo en defensa de la paz y la seguridad internacionales, apoyando por todos los medios a nuestro alcance las iniciativas de las Naciones Unidas.
A principios de este año, una distante región del mundo estaba en crisis. Enfrentábamos graves riesgos en el Golfo, con posibles consecuencias para todo el planeta.
En el marco de lo decidido por las Naciones Unidas, el gran esfuerzo de los Estados Unidos y sus aliados logró detener la agresión y restaurar la vigencia del derecho internacional.
Participamos en esa gesta y nos sentimos orgullosos de ello.
Algunos meses después, fue usted mismo, señor presidente, quien tomó la iniciativa de proponer unilateralmente una significativa reducción de arsenales nucleares.
Medio Oriente parecía, desde tiempos remotos, una región donde sucumbían y se frustraban todas las expectativas de una paz justa y duradera.
Hace unos días, inauguró usted una conferencia que ha renovado las esperanzas de un diálogo constructivo en la región, al convocar a una misma mesa negociadora adversarios hasta ayer irreconciliables.
Se trata de un formidable camino recorrido. Insisto: un formidable camino. Se está generando un nuevo orden internacional basado en la paz, en la justicia, en la razón.
La Argentina va a estar entre sus artífices.
Por eso mismo, reconocemos hoy nuestras vastas coincidencias con los Estados Unidos. Por ejemplo, en el común designio de lograr la restauración del régimen democrático en la República de Haití.
Por eso confiamos en la integración. Procuramos consolidar el Mercosur con nuestros hermanos regionales. Y también procuramos aunar nuestros esfuerzos, para que fructifique la ambiciosa “Iniciativa para las Américas” que usted, señor presidente, concibió y enunció el año pasado.
Con Brasil hemos firmado un acuerdo para el uso exclusivamente pacífico de la energía nuclear y estamos en vísperas de concluir un acuerdo de salvaguardias con la organización internacional de energía atómica.
También con Brasil y Chile, y la ulterior adhesión de Uruguay, Paraguay y Bolivia, nos hemos comprometido a no producir ni adquirir, almacenar o transferir armas químicas o biológicas, descartando cualquier uso de las mismas.
Hemos adherido al régimen de control de la tecnología misilística, conocido por su sigla, MTCR.
Se renuevan los sueños proféticos de Whitman, entrelazados con las ilusiones de una sola y gran América, que enunciaron Darío, Martí y Sarmiento.
Para ello será necesario que en todos y cada uno de los países de nuestra América se encuentren en plena vigencia la democracia representativa, el total respeto a los derechos humanos y una economía libre.
Repito, en todos los países del continente, sin exclusiones de ninguna naturaleza.
Señor presidente:
Traigo el mensaje de una Nación que se está mirando a sí misma.
El mensaje es muy simple: la Nación Argentina encara con seriedad su inserción en el nuevo orden internacional. Está segura de lograrla porque asume la democracia representativa, respeta los derechos humanos y practica una economía libre.
Confía en que la Comunidad Económica Europea y el mundo desarrollado, no persistirán en viejas rutinas proteccionistas, que atentan contra la esperanza de un futuro mejor.
Confía en que podamos cooperar estrechamente para –y cito sus propias palabras, mi querido presidente y amigo- “eliminar los subsidios que distorsionan el comercio”.
Confía en que logremos traducir ciertas declaraciones políticas en resultados concretos, dejando lugar a mercados cuya transparencia recompense a los productos eficientes.
Confía en la democracia constitucional más antigua del mundo.
Confía en los Estados Unidos y sus dirigentes, que durante 1991 han asumido con madurez, imaginación y encomiable mesura sus responsabilidades ante la comunidad internacional.
Señor presidente: estoy realmente emocionado con este recibimiento. Descuento que nuestra estadía será no sólo placentera, sino también muy provechosa. Le agradezco su cordialidad y su hospitalidad.
Estoy seguro que haremos un excelente trabajo.
God bless you, Mr. Presidente. God bless your country. And God bless our America.
Muchas gracias”.
1 comentario:
que hacemos con lucio gomez
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