domingo, 19 de diciembre de 2010

FAMILIA ANCHORENA: ¿POR QUE NO HABLAR DE ELLOS?

Retrato de Fabián Tomás Gómez y Anchorena. Por su fama de jugador y 'dandy', un sirviente suyo fue asesinado por mendigos en Madrid, España.

Un trabajo titulado “Linaje Ortiz de Rozas”, de Manuel Alfredo Soaje Pinto, publicado en “Genealogía”, la revista del Instituto Argentino de Ciencias Genealógicas (1979), no consigna el parentesco entre aquél linaje y los Anchorena. Se repite hasta el cansancio la versión de que Tomás Manuel de Anchorena era primo de Juan Manuel de Rosas, si bien, volvemos a repetir, todavía no hemos podido verificar en árbol genealógico alguno esa unión familiar.

El homosexual marxista –hoy devenido en ocasional columnista televisivo del liberal Mariano Grondona- Juan José Sebreli, explica en “De Buenos Aires y su gente” (1982), lo siguiente:
“El carácter mítico de esta familia (Anchorena) hace que se tejan diversas leyendas a su alrededor, y se la vincule frecuentemente con otros mitos. No podía faltar por supuesto el mito del “origen judío”. He oído la versión fantástica de que los tres hermanos Anchorena –Juan José, Tomás y Nicolás-, eran hijos de comerciantes portugueses judíos, y que habían sido salvados de un naufragio donde murieron los verdaderos padres, siendo recogidos en Buenos Aires por Juan Esteban Anchorena, quien los habría adoptado y dado el apellido (…).

“La leyenda de los Anchorena judíos es recogida en nuestros días por José María Rosa y Manuel Antón, quienes en el proyecto del filme sobre Juan Manuel de Rosas pensaron en el periodista judío Jacobo Timerman para interpretar a Tomás Manuel de Anchorena.

“El carácter imaginario del judaísmo de los Anchorena
–sigue diciendo Sebreli- no excluye, por otra parte, la posibilidad de un auténtico origen sefardita, ya que como ha sido demostrado por numerosos historiadores, la mayoría de las familias tradicionales argentinas tienen ese origen, que desconocen o tratan de ocultar”.

Estos conceptos resultan interesantes, a pesar de que el autor (Sebreli), quien publicó la obra por primera vez en 1964, era un activísimo militante marxista que seguía a Jean-Paul Sastre y al masón Ezequiel Martínez Estrada. Al referirse a la familia Anchorena, lo hace desde una posición que busca, indudablemente, la lucha de clases y, de paso, vituperar las figuras de Juan Manuel de Rosas y Juan Domingo Perón.

Tomás Manuel de Anchorena resulta en nuestra historia el más conocido de los de su estirpe, en primer término porque fue uno de los que apoyó la Revolución de Mayo de 1810, y porque además puso su firma en la Declaración de nuestra independencia en julio de 1816. Fue un fiel servidor durante la Santa Federación desempeñándose como Ministro de Relaciones Exteriores en el primer gobierno de Rosas (1829-1832). Murió en pleno segundo gobierno de Rosas, en el año 1847.


Sobre su origen supuestamente sefardí (judío), no hay constancias. El escritor Eduardo Fernández Olguin, autor de “Un precursor de Mayo. El doctor Tomás Manuel de Anchorena”, sugiere que éste tuvo por padre a “don Juan Esteban de Anchorena, acaudalado comerciante “natural de la Navarra, en la península española”, y doña Ramona López de Anaya, oriunda de Buenos Aires”. Nada nos dice sobre la adopción que habría tenido Tomás Manuel de parte de Juan Esteban Anchorena, como afirma Juan José Sebreli.

El hermano de Tomás, Nicolás Anchorena, tuvo una actitud muy ruin, pues una vez caído Juan Manuel de Rosas en 1852, no dudó en mostrarse como partidario del general Justo José de Urquiza, olvidando su apoyo dado al Restaurador. No será el único que traicionaría a Rosas: varios oficiales de sus ejércitos se afiliarían, tras la batalla de Caseros, a la Masonería.


EL ANONIMATO DE LOS ANCHORENA

Hay que rescatar algo que sigue insinuando Juan José Sebreli respecto de los Anchorena, y es su anonimato…aunque siempre estén detrás de las máximas decisiones políticas y económicas. Dice así:

“El gran ruido que en el folklore cotidiano han hecho siempre los Anchorena, contrasta con el discreto silencio con que pasan por la historia oficial. Silencio que contrasta aún más si tenemos en cuenta que, en una burguesía como la nuestra, sin títulos nobiliarios, la necesidad de rescatar un pasado prestigioso, y a veces también de justificar una pensión estatal, lleva a la transfiguración de algún ascendiente más o menos destacado en “prócer de la patria”, a través de biografías apologéticas encargadas a algún escriba a sueldo. Los antiguos ricos se transforman en medallas. Es así cómo desde Bartolomé Mitre, el género biográfico fue la gran moda de la historiografía argentina (…).

“El interés de los Anchorena por pasar inadvertidos, por ocultar las huellas de un pasado no siempre reivindicable, los ha llevado, por ejemplo, a presionar sobre Pradere para que guillotinara de su Iconografía de Rosas las hojas con caricaturas de Tomás de Anchorena. Quedan de la versión original solamente una docena de ejemplares que escaparon a la autocensura, y que constituyen una verdadera rareza de bibliófilo”.


Sigue explicando Sebreli acerca de esta actitud típica de las familias patricias que desde siempre se han mantenido en las sombras:

“Los Anchorena nunca han gastado dinero en pagar libros que recuerden a sus antecesores. (…) A los Anchorena no les interesa la publicidad, no les conviene que se recuerde el origen poco prestigioso de su dinero, y tampoco les interesa que las demás clases los vean como los verdaderos responsables del poder político y social del país. Siempre han ejercido un poder oculto e ilimitado, como el de la electricidad subterránea, y su propia invisibilidad es la base de su fuerza, ya que les permite pasar inadvertidos ante la opinión pública quien distraídamente ejerce su crítica en otros poderes o en otros personajes más aparentes y superficiales”.

Este ocultamiento de sus arcas familiares pudo haber sido el motivo por el cual los Anchorena, salvo Tomás Manuel, no hayan querido ostentar cargos públicos. Nicolás Anchorena renunció varias veces para ejercer como Gobernador de la Provincia de Buenos Aires, por ejemplo. Los descendientes de los Anchorena más renombrados, prefirieron abocarse a sus actividades comerciales o de haciendas, desechando las posibilidades de figurar como gobernadores, secretarios, ministros o diputados, es decir, en cargos de importancia. Tal vez, una excepción a la regla la brinda Manuel de Anchorena, embajador de Juan Perón en 1973-1974, o sino el mismo Tomás Anchorena que fue funcionario en el viejo Consulado virreinal.

Continuando con este aspecto, Sebreli agrega que
“la documentación existente sobre los Anchorena en el Archivo General de la Nación o está escrita en clave o es de lo más anodina e inofensiva; la documentación que verdaderamente importa permanece, sin duda, oculta en archivos secretos, en gavetas familiares, en viejos arcones, y la mayor parte ha sido destruida”.


MISERIAS DE ALGUNOS ANCHORENA

Un testimonio interesante surge de una conferencia que dio el 4 de agosto de 1932 Josefina Molina y Anchorena, hablando en contra de la ley de divorcio que se discutía por entonces en el Congreso de la Nación. Decía esta mujer Anchorena: “La prolongación material de la estirpe supone la existencia de algo que le sirve para mantenerse, para no perecer de hambre: necesita una posibilidad económica, y ésta, dado el carácter de la familia –institución que se prolonga, que no muere- ha de tener también carácter estable. De ahí que la misma noción de familia esté íntimamente vinculada a la noción de propiedad raíz y a la de herencia”. Como vemos, a mayor sostén material y económico, mayor será el beneficio y el prestigio de la institución familiar, sin importar cómo o de qué manera se acreciente dicho materialismo.

El diario de humor político “El Mosquito” sacó un número en 1867 en el que aparecía retratado un Anchorena con toda su fama de derrochador y multimillonario. Este Anchorena proponía empedrar las calles de Buenos Aires con sus onzas de oro, en lugar de bloques de adoquines. Este ejemplo es gracioso pero denota una realidad que se propaga en los ámbitos populares.


No fue gracioso, en cambio, lo que ocurrió con un ‘dandy’ llamado Fabián Tomás Gómez y Anchorena (1850-1918), el cual jugó toda su fortuna personal para morir pobremente en Santiago del Estero. El escritor revisionista Carlos Ibarguren, escribió sobre sus comilonas y derroches en Europa:

“(…) el opulento manirroto argentino dilapidaba millones en París, entregado al goce de la vida. En su casa de Faubourg Saint Honoré, puesta con magnificencia –que fuera de la Condesa de Montijo, madre de la proscripta Emperatriz Eugenia y de Paca Duquesa de Alba-; en su palco de la Ópera, en los restaurantes lujosos, casinos, hipódromos, teatros y cabarets de moda; en los corsos del “Bois de Boulogne” y en espléndido yate “Enriqueta”, fondeado en el Sena: el dadivoso “rastacuer” sudamericano, veíase a la cabeza de un enjambre elegante de aprovechados adulones y de hetairas de alto precio”.

En 1880, Fabián Gómez y Anchorena se encontraba en Madrid, España, cortejando a “una dama de rancio linaje: María Luisa Fernández de Henestrosa y Pérez de Barradas”, hija de marqueses ibéricos. Para esa misma fecha, Gómez y Anchorena se había hecho tanta fama de dispendioso que cada vez que salía del lujoso palacio que tenía en Madrid, los mendigos lo acosaban cada vez que salía del mismo. “Recurrió entonces –dice Sebreli- a la treta de vestir a un mucamo con su ropa. Las aglomeraciones de mendigos alrededor del mucamo disfrazado de Anchorena eran tan grandes que una mañana apareció en la calle su cadáver destrozado”.

Otra “proeza” de Fabián Tomás Gómez y Anchorena fue que institucionalizó la limosna, “instalando una oficina donde cada semana los mendigos iban a cobrar un jornal”. Patético.

Aarón de Anchorena, primo de Fabián Tomás Gómez y Anchorena, se ganó una despreciable fama en los banquetes que celebraba en los hoteles más refinados de Europa. Cada vez que terminaba alguno de ellos, tiraba una vajilla de plata a un perro para que la destrozara con sus dientes y fuerza.

Sin reparar en la pobreza de las clases populares de Argentina, los Anchorena se hicieron odiar tremendamente. “Se cuenta de un Anchorena que cuando un pobre le pedía una limosna, le recomendaba comer pasto. Cuando murió, los pobres arrojaron fardos de pasto al paso de su cortejo fúnebre”, apunta Sebreli.

¡Cuántas historias se habrán ocultado de la familia oligárquica Anchorena! Todavía resta un gran trabajo revisionista por delante, aunque la documentación más sensible de los Anchorena puede que esté guardado en rincones inaccesibles y hasta peligrosos para el investigador insaciable.

miércoles, 1 de diciembre de 2010

LOS NIÑOS DE FALLUJAH: UN LEGADO DE LA SINARQUIA INTERNACIONAL EN IRAK


Entramos en el mes de diciembre, donde, en pocas semanas más, volverá a cumplirse un nuevo aniversario del ahorcamiento de Saddam Hussein al Tikriti, presidente, mártir y héroe de la República Islámica de Irak que enfrentó en dos guerras al poder mundial que invadió y aniquiló a su nación en nombre de la “libertad”, la “democracia” y el “libre mercado”.

El paso a la inmortalidad de Hussein va develando, lentamente y como se puede, que su resistencia sea reivindicada como un acto sublime y justísimo dados los resultados de la invasión sinárquica lanzada en marzo de 2003 y que todavía hoy, en diciembre de 2010, no puede decirse que haya salido victoriosa ni mucho menos. Los crímenes de lesa humanidad van saliendo a la superficie, tal el caso de los niños de Fallujah que a continuación mencionaremos.

Antes de abocarnos a lo que este posteo amerita, digamos que la Segunda Guerra del Golfo o Guerra de Irak (2003-¿?) aún continúa, y arroja los siguientes datos (al 1° de diciembre de 2010):


A) Soldados ajusticiados por el Ejército de la Resistencia de Irak: 4.747
B) Soldados ajusticiados de los Estados Unidos: 4.429
C) Gran Bretaña acusa 179 soldados ajusticiados por la resistencia iraquí desde el año 2003. El resto de los países involucrados en la invasión (Australia, Azerbaiján, Bulgaria, República Checa, Dinamarca, El Salvador, Estonia, Fiji, Georgia, Hungría, Italia, Kazakistán, Latvia, Holanda, Polonia, Rumania, Eslovaquia, Corea del Sur, España -aunque ya se retiró hace años del conflicto-, Tailandia y Ucrania) tiene 139 muertos.

ATAQUES A FALLUJAH EN 2004 Y 2005

Casi a finales del año 2004 y comienzos de 2005, y cuando ya las FF.AA. invasoras de Estados Unidos habían capturado, delación mediante, al presidente de Irak, Saddam Hussein, en su pueblo natal, la insurgencia sunnita y los elementos dispersos de las fuerzas armadas iraquíes comenzaron una ofensiva que, por momentos, hizo temblar los planes que los vencedores tenían pensado poner en práctica en aquella desgraciada nación. La sorpresa de esa ofensiva repercutió hondamente en los medios de comunicación del mundo entero, que no salían de su asombro por la voluntad que los buenos iraquíes habían demostrado a pesar de la humillación que representaba –y representa- el país ocupado por una fuerza extranjera.


Enseguida, la resistencia se concentró en tres ciudades táctica y estratégicamente importantes: Bagdad, Tikrit y Fallujah, las cuales fueron consideradas como enclaves sunníes por excelencia. A principios de octubre de 2004, leíamos en los diarios sobre la ferocidad de la lucha que se entablaba en Fallujah:

“Las fuerzas norteamericanas e iraquíes ampliaron ayer su ofensiva contra bastiones de la resistencia en el “triángulo sunnita” de Irak y atacaron la ciudad de Fallujah (…).

“La ofensiva de ayer [sobre Fallujah] fue la última de una serie de operaciones contra los insurgentes que, según se cree, tendrían vínculos con Al-Zarqawi.

“Horas después de los bombardeos, un conductor suicida hizo explotar su vehículo al paso de un convoy del ejército de Estados Unidos justo en las afueras de Fallujah, pero no habría causado muertos o heridos”.

(Diario “La Nación”, 3 de octubre de 2004).


Veamos el siguiente reporte, ya de noviembre de 2004, que versa sobre el trágico destino que le deparaba a la ciudad iraquí de Fallujah:

“La violencia no cesa en Irak, donde fuerzas estadounidenses continuaron ayer la ofensiva en Falluyah, mientras bombardearon Mosul y realizaron operativos en Ramada y Bagdad, las agencias humanitarias trataban de obtener acceso a Falluyah para llevar alimentos y agua a los civiles que quedaron adentro.

“Fuentes militares norteamericanas confirmaron la muerte de dos soldados estadounidenses durante la operación denominada “Furia Fantasma” en la que desde su inicio, el pasado lunes, murieron unos 600 rebeldes, 20 soldados norteamericanos, y 69 fueron heridos, aunque se desconoce el número de víctimas civiles. La ofensiva militar en Falluyah entró ayer en su quinto día con fuertes enfrentamientos entre grupos armados iraquíes y soldados estadounidenses y de la Guardia Nacional iraquí, que se libran calle por calle en el sur de la ciudad sunnita, al oeste de Bagdad, donde al menos murieron dos soldados norteamericanos.

“(…) Médicos en hospitales de Falluyah han reportado un aumento en los casos de tifus. “No hay agua. La gente está tomando agua sucia. Los niños están muriendo”, dijo Ibrahim a un trabajador humanitario en Habbaniya, un campo de refugiados que está a 20 kilómetros al oeste de Falluyah y donde unas 2.000 familias han buscado amparo”.

(Diario “Crónica”, 13 de noviembre de 2004).


Por último, esto se describía en el diario “La Nación” un día después, el 14 de noviembre de 2004, sobre la operación invasora “Furia Fantasma” lanzada contra la ciudad de Fallujah, República Islámica de Irak:

“El gobierno interino iraquí anunció ayer el fin de la gigantesca ofensiva contra la ciudad rebelde de Fallujah, el principal bastión de la guerrilla en el centro de Irak, y señaló que en el inmenso asalto murieron más de mil insurgentes, aunque el terrorista jordano Abu Musab al-Zarqawi logró escapar al cerco.

“"Las grandes operaciones concluyeron y ahora sólo resta derrotar aislados bolsones de resistencia”, declaró en Bagdad el secretario de Estado para la Seguridad Nacional, Kasem Daud. El funcionario agregó que en el asalto, iniciado el lunes conjuntamente por fuerzas estadounidenses e iraquíes, fueron capturados 200 rebeldes, muchos de ellos de nacionalidad extranjera. Y aunque aseguró que más de un millar de insurgentes fueron abatidos, el responsable iraquí no facilitó, sin embargo, el número de civiles que habrían muerto durante el demoledor embate”.
Es decir, los propios cipayos colaboracionistas iraquíes escondieron la masacre de civiles en el asalto a Fallujah. Sigue narrando la crónica:

“Estados Unidos insistió en que la cifra de “daños colaterales” –término con el que denomina a las bajas en la población civil- “es mínima”, aunque organizaciones internacionales y médicos atrapados en Fallujah denunciaron que en la ciudad se ha perpetrado una “tragedia humanitaria” y que en las calles hay decenas de cuerpos sin vida, que para peor ya han entrado en proceso de descomposición”.


LA HORA DE LA PAVADA…Y EL HORROR

De repente, el saldo de la ofensiva criminal contra Fallujah dejó de ser noticia. Jamás se supo cuántas víctimas inocentes perecieron por semejante despliegue militar. Nunca se supo qué cantidad de heroicos resistentes encontraron su martirio en las ruinas de Fallujah.


Un escriba del poder mundial, y por lo tanto un delincuente de la desinformación, el plumífero Mario Vargas Llosa, se jactaba, luego de la masacre histórica de Fallujah, de las “salvadoras” primeras elecciones que hubo en el Irak pos-Saddam Hussein, celebradas en los primeros días de marzo de 2005. Entre otras imbecilidades dignas de un personero de la Sinarquía Internacional, Vargas Llosa escribió el 12 de marzo de 2005 en una editorial para el diario “La Nación”:

“(…) la formidable campaña internacional de los medios europeos embebidos de odio a los Estados Unidos habían llegado a persuadir a un importante porcentaje de la opinión pública de que la intervención militar en Irak era un absoluto fracaso y, además, una operación contraproducente que, en vez de desembocar en una democratización del país, incendiaría todo el Medio Oriente, dejándolo a merced de los fanáticos fundamentalistas antioccidentales (…).

“El maltratado, diezmado, destrozado pueblo iraquí, sobreviviente de cuatro décadas de una de las más vesánicas satrapías que conozca la historia y de dos años de un terrorismo ciego y demencial contra la población civil, se ha encargado de poner las cosas en su sitio. ¿Cómo? Yendo a votar, pese a las amenazas de los fundamentalistas de que los recintos electorales y los votantes podrían ser blanco de los conductores suicidas arrebozados de explosivos (…). No los intimidaron. Ahí estaban, en Bagdad, en Basora, en Nayaf, en Faluya, en todo el Kurdistán y hasta en el triángulo sunnita. Las imágenes eran exaltantes. Familias enteras haciendo colas de muchas horas a las puertas de los centros de votación, en una atmósfera festiva, y entre ellas, las mujeres, ululando o haciendo la V de la victoria ante las cámaras, con unas sonrisas de oreja a oreja”.


Esta es la opinión, señores, del mentado Mario Vargas Llosa, un delincuente de la pluma que pintaba, a pocos meses de la ofensiva criminal e invasora de Fallujah, un verdadero paisaje de hadas originado al parecer por el endiosamiento pagano del voto.

Otro peón del poder mundial, el criminal de Guerra y entonces presidente de los Estados Unidos, George W. Bush (hijo), mientras sus FF.AA. bombardeaban y probaban nuevos armamentos químicos sobre la población de Fallujah, se ocupaba de
“firmar una nueva ley que encarga al Departamento de Estado la vigilancia del antisemitismo en el mundo y la elaboración de un informe anual sobre el respeto a los judíos en los distintos países”. Esto salió publicado en el periódico “La Nación” el 17 de octubre de 2004. ¿Quién rubricó informe anual alguno para vigilar el anti-islamismo que tenía lugar con el desarrollo de la Guerra de Irak?

Y por si fuera poco a la hora de enumerar las pavadas que se han dicho mientras se mutilaban civiles en Fallujah, agregamos lo que salía publicado en el mismo matutino el Jueves 13 de enero de 2005, todavía en plena ofensiva:

“Estados Unidos suspendió la búsqueda de armas de destrucción masiva en Irak, casi dos años después de que el presidente George W. Bush invadiera el país con el argumento de desarmar a Saddam Hussein, considerado una amenaza por el gobierno norteamericano. (…) Los investigadores no lograron descubrir ninguna prueba que indique la continuación del programa tras la Guerra del Golfo, de 1991, señala el periódico The Washington Post”.

LOS NIÑOS DE FALLUJAH, 5 AÑOS DESPUES

Violando sistemáticamente los pactos internacionales, en la ofensiva de las fuerzas armadas estadounidenses sobre la ciudad de Fallujah fue un verdadero campo de pruebas de bombas químicas que, como muestran las imágenes aquí colocadas, dejaron terribles secuelas que la historia jamás podrá ocultar.


Bombas de fósforo blanco fueron arrojadas indiscriminadamente sobre la población civil. Esas bombas tienen un efecto abrasivo muy potente y dañino, por lo que están prohibidas desde hace décadas, sin embargo, los invasores de Irak obviaron abiertamente las leyes internacionales. Algunos ex militares que fueron parte de la ofensiva sobre Fallujah, señalaron que “el fósforo quema el cuerpo, derrite la carne hasta los huesos”.

También se emplearon versiones modernas del Napalm, conocido en estos años como la sustancia MK77. Un documento del Ministerio de Defensa de Gran Bretaña afirmó que “el fósforo blanco no habría sido la única arma química utilizada en Faluya por el ejercito norteamericano, según un documento remitido al Ministerio de Defensa Británico, y hecho público en el reportaje, se habría utilizado también la substancia MK77, una versión modernizada del napalm. Ésta ultima substancia fue utilizada por el ejército norteamericano durante la guerra del Vietnam, y desde el año 1980 consta como parte del armamento prohibido por la Convención de Ginebra”.

Si agregamos el efecto nocivo del fósforo blanco, también debemos mencionar cómo ha repercutido en los niños que hoy nacen deformes en Fallujah por efecto de la radiación del uranio de los proyectiles de tanques norteamericanos, que sí es un arma de destrucción masiva… Todos estos componentes químicos produjeron, con el paso de los años, las deformaciones genéticas de los niños que mostramos desde la Agencia Informativa Ciriaco Cuitiño. Los casos se cuentas por cientos y hasta por miles.


Ni Vargas Llosa, ni los medios de desinformación masiva ni tampoco los “investigadores” que buscaban “armas de destrucción masiva iraquíes” se han expresado desde el 2005 hasta nuestros días del legado infernal, satánico, de la Sinarquía Internacional en la ocupada y vilipendiada República Islámica de Irak, y, básicamente, en lo ocurrido con los habitantes inocentes de la localidad de Fallujah. ¿O qué vale más, un voto, o la postración eterna de un chico que nace como si fuera un monstruo por las bombas genocidas?