jueves, 12 de mayo de 2011

KIRCHNERISMO S.A.: LA SOCIEDAD DE LA DROGA Y EL NARCOTRAFICO

Un mal ejemplo. Bolsitas con cocaína que fueron halladas en el automóvil de la Diputada de la Nación, Gladys Soto, del kirchnerista Frente para la Victoria, en abril de 2009.



Como nunca antes en la historia de nuestro país, el tema de las drogas y el narcotráfico ha tomado un auge jamás visto, acompañado, todo esto, de una impunidad que, justamente, consolida dicho crecimiento y lo hace imparable.

Los hombres que supuestamente deberían administrar e impartir justicia ya no existen, por ello cada implicado en un caso de narcotráfico apenas sí es interrogado o, directamente, ignorado por los estrados judiciales, quedando en la más impune libertad y brindando, dicho sea de paso, un pésimo y lamentable ejemplo para el resto de la sociedad. En este caso, ocurre que los grandes dirigentes narcotraficantes no son llevados a juicio alguno y, por ende, no son llevados a prisión por sus ilícitos. Al revés de lo que ocurre con los vendedores de drogas minoritarios, los cuales suelen recibir condenas y largos años de encarcelamientos.


SIN RADARES

Pasaron los funcionarios –uno más corrupto que otro- en el área del Ministerio de Defensa de la Nación, sin molestarse, siquiera, en remediar o enfrentar al narcotráfico que infecta a los hijos del pueblo argentino. Una interesante nota publicada por el diario “Clarín” el 16 de marzo de 2008, advertía de la vulnerabilidad del espacio aéreo argentino en materia de radarización. En una parte, señalaba:

“El control del sistema de radares cubre hoy apenas el 11% del espacio aéreo del territorio nacional. La comparación con los vecinos deja al descubierto el atraso en la materia: Brasil tiene bajo control casi la totalidad de su espacio aéreo. Chile el 60% y Perú, el 25%. Sólo Uruguay queda por debajo, con 5% (…)

“Los radares son los ojos de la Fuerza Aérea. Sin radares, estamos ciegos”, define una fuente aeronáutica consultada por Clarín”.


En la referida crónica, hay una leve referencia a la obsolescencia de los radares con que la Fuerza Aérea Argentina contaba –y cuenta- para hacer frente a los famosos vuelos clandestinos en pistas igualmente ilegales que transportan la droga. Se lee: “La Fuerza Aérea tiene tres (radares) del tipo móvil, de la década del ’70, emplazados en Río Gallegos, Resistencia y Posadas”.

Un ejemplo nos basta para sacar conclusiones concretas de la desidia y la vulnerabilidad de nuestros cielos. En los primeros meses de 2011, y de acuerdo a un informe emitido por la propia Fuerza Aérea Argentina (FAA), en el territorio de la provincia del Chaco operan 141 pistas de aterrizaje clandestinas que se utilizan para la importación de drogas. Y, volvemos a decir, en la capital de esa provincia, Resistencia, hay un radar de la década de 1970 que “controla” todo… Sin embargo, al hebreo gobernador chaqueño Jorge Milton Capitanich Popovich poco le importan estas cuestiones, tal vez porque considera que con el dinero del narcotráfico puede aspirar a la compra de voluntades que le permitan alcanzar un nuevo mandato que afiance al kirchnerismo en ese territorio del noreste argentino.

De todas formas, no hay que ser complacientes con las autoridades aéreas militares, pues varios de sus efectivos fueron cómplices de los cargamentos de cocaína que llevaban a Barcelona, España, los hermanos Gustavo y Eduardo Juliá, detenidos desde enero de 2011 por los escalofriantes y millonarios dineros que hacían mediante la treta. De hecho, esa droga salía en vuelos clandestinos desde las mismas instalaciones del aeropuerto internacional de Ezeiza; el 1° de enero de 2011, los hermanos Juliá hicieron su último viaje, dado que fueron capturados apenas pusieron sus pies en España.

Otro dato más de la complicidad de los militares traidores de la Fuerza Aérea Argentina que permiten estos viajes, es que los hermanos Juliá eran hijos del extinto brigadier general José Juliá, jefe de la FAA durante la presidencia del agente internacional Carlos Saúl Menem. ¿Nadie sabía, dentro de esa fuerza, en qué andaban los hijos del brigadier general? Silencio cómplice y hermetismo.

‘COCINAS’ Y LABORATORIOS AL POR MAYOR

El masón Néstor Carlos Kirchner y, en especial, su viuda, la hebrea Cristina Fernández Wilhelm, se pueden jactar de haber logrado el aumento de algunos índices productivos, como el de las drogas. Y este gran aporte al país tiene varios socios: los dirigentes políticos, por un lado, porque su enmudecimiento permite el accionar libre de los narcotraficantes que ya abren ‘cocinas’ o laboratorios para la producción de las sustancias tóxicas. Por el otro lado, están los jefes ‘narcos’ quienes, apelando a su supina moralina, no dudan en establecerse en las provincias del país con sus artefactos para la elaboración de las drogas y, al tiempo que contaminan a los argentinos y todos aquellos que desean vivir en nuestra patria, llenan sus arcas y exportan sus negociados, por si faltara algo, en Europa, Estados Unidos o el resto de los países de Hispanoamérica.

En plena administración del finado Néstor Kirchner, junio de 2005, notamos el sensible aumento de las ‘cocinas’ de la droga. Una crónica del 5 de junio de ese mismo año, publicada por “La Nación”, afirmaba que “en la Argentina creció la producción de cocaína. Los 20 laboratorios desbaratados en 2004 así intentan demostrarlo. Son más del doble de los nueve que se habían descubierto en 2003”.

En 2004, es decir, el segundo año de gobierno kirchnerista, “se secuestraron 3061 kilogramos de cocaína en todo el país. Esa cifra representa sólo entre el cinco y el siete por ciento de toda la droga que circula en la Argentina, lo que permite colegir que, al menos, unas cincuenta toneladas de cocaína pasan por el país al año”.

Para marzo de 2005, se habían descubierto, en tres allanamientos realizados en distintos puntos del país, importantes cantidades de cocaína que estaban ya elaboradas y prestas para su comercialización: el primero, fue el descubrimiento dentro de un camión de mudanzas de 311 kilogramos de cocaína, en la localidad de Luján. El segundo allanamiento fue de 116 kilos de esa misma sustancia que estaban en poder de un grupo de policías de la provincia de Salta (en ese momento gobernaba Juan Carlos Romero, hijo de un antiguo narcotraficante cuyo nombre figura en algunos documentos de la DEA norteamericana por los años 80). El tercer hallazgo, ocurrido en La Quiaca, apuntó a una pareja de ecuatorianos que llevaban consigo 76 kilogramos de cocaína.

Este corto muestrario del año 2005, es bastante claro de los distintos sectores que participan del negocio ilegal de las drogas en la Argentina: narcotraficantes civiles, funcionarios gubernamentales (en el caso salteño, de la policía provincial) e hispanoamericanos que abren el juego y se encaraman en estos negociados que no reconocen ni patria ni fronteras.


POCA VOLUNTAD Y LOGROS KIRCHNERISTAS

Pero, acorde suben los índices productivos de las drogas en Argentina, así bajan también las ganas de luchar contra ese flagelo por parte de los delincuentes dirigentes que nos gobiernan.

Levantado por la agencia de espionaje WikiLeaks, nos enteramos que el 21 de enero de 2005, el entonces embajador de Estados Unidos en Buenos Aires, Lino Gutiérrez, expresó en un comunicado a sus superiores:
“En la conclusión algo sombría de la reunión [el entonces Ministro del Interior, Aníbal] Fernández opinó que “no podemos ganar” (la lucha contra los traficantes de drogas)”. Con voluntades como la del actual jefe de Gabinete de Ministros, el narcotráfico seguirá de fiesta en estas latitudes gauchas.

Para ahondar todavía más la falta de compromiso de Aníbal Domingo Fernández –otro funcionario que anduvo prófugo de la Justicia por 1994, por temas de drogas, cuando era Intendente de Quilmes-, en enero de 2009, el embajador norteamericano en Buenos Aires, Earl Wayne, destacó que aquél continuaba negando la presencia de Carteles extranjeros en Argentina… Esta información también la filtró en su momento WikiLeaks.

La actual configuración del mapa del narcotráfico en nuestro país encontró, en la todavía presidente Cristina Fernández Wilhelm de Kirchner, una benefactora. En octubre de 2009, el periodista Claudio Izaguirre escribía:

“Durante el gobierno de Cristina Kirchner se abandonó el control de fronteras, lo mismo en los lugares de mayor flujo de gente, donde los controles fueron al menos laxos. Proliferaron las pistas de aterrizajes clandestinas y el cielo de nuestro país se vio literalmente abandonado, dejando sin soberanía a nuestro espacio aéreo. Se atacó al SEDRONAR [Secretaría de Lucha contra la Drogadicción y el Narcotráfico] hasta el descuartizamiento. Proliferaron las cocinas o laboratorios clandestinos de elaboración de cocaína para exportación. Los Carteles de la droga delimitaron sus espacios de acción, haciéndose fuertes grupos peruanos, bolivianos, dominicanos, mexicanos y colombianos. Se despenalizó la tenencia de drogas y se incentivó el accionar de los grupos de “Reducción de Daños” que a través de folletería enseñaron a los niños cómo drogarse con éxito. Se permitió la existencia de revistas que enseñaron cómo plantar, cómo cuidar y cómo cosechar marihuana”.

Algunos activísimos responsables de la contaminación de nuestro pueblo tienen un sutil origen que los hace, cuanto menos, primos lejanos: Horacio Verbitsky, George Schwartz (mejor conocido como George Soros) y la ya nombrada –y complaciente- Cristina Fernández Wilhelm. Y personajes como los nombrados tienen ‘luz verde’ de parte de jueces federales que, como Norberto Oyarbide, se pasean por bailantas de mala muerte, con personajes de flojo talante, mientras los cargamentos de cocaína, éxtasis y otras yerbas, van y vienen como si nada, al tiempo que mueren por el consumo de ‘pasta base’ nuestros niños argentinos, y sin que haya culpables a la vista.