jueves, 5 de enero de 2017

UNA ORGANIZACION FUNESTA, LA JUNTA COORDINADORA RADICAL


Próximos a un nuevo aniversario del sangriento ataque y copamiento del Regimiento de Infantería Nº 3 “Gral. Belgrano” de La Tablada, por elementos del MTP (Movimiento Todos por la Patria) del delincuente subversivo Enrique “Gungo” Gorriarán Merlo, me aboco a escribir unas líneas acerca de la Junta Coordinadora Radical, mentora intelectual del acto terrorista nombrado al inicio de este párrafo.

            El que suscribe aún no ha visto aún obra alguna que trate el fenómeno de la Coordinadora de modo particular. Nadie, al parecer, se quiere entrometer en los asuntos de tan delictiva como poderosa organización arropada y amparada por Raúl Ricardo Alfonsín Foulkes mientras fue presidente de la Nación (1983-1989), y que, al surgimiento de la ALIANZA (UCR-FREPASO) en 1999, volverá a ocupar cierto poder colocando a algunos de sus remanentes en puestos claves dentro de la administración pública.

            Llamada indistintamente Junta Coordinadora Radical, Juventud Franja Morada de la Coordinadora Radical, La Coordinadora o Coordinadora Nacional, debe su creación casi al mismo tiempo en que se fundaban el PRT-ERP (Partido Revolucionario de los Trabajadores-Ejército Revolucionario del Pueblo), de tendencia trotskista, y el Movimiento de Renovación y Cambio de la UCR, desde el cual emergió, a la política, el renombrado Alfonsín. Para ubicarnos temporariamente, podemos decir que estamos entre los años 1968 y 1970.

            Del contacto inicial que mantuvieron los coordinadores con gente del Movimiento de Renovación y Cambio y del PRT-ERP, quedará marcada a fuego su ideología, esto es, macerada en una putrefacta mezcla de marxistas, socialdemócratas y trotskistas.

DE LAGUNA SETUBAL A TRELEW

En un libro por demás interesante (La Guerrilla de Papel, SIELP, 1992), Horacio Félix Bravo Herrera, su autor, señala algunos detalles del cónclave que en 1968 tuvo lugar en Laguna Setúbal, Provincia de Santa Fe, donde se dieron cita, entre otros, los futuros eminentes coordinadores Leopoldo Moreau, Federico Teobaldo Manuel Storani y Luis Alberto “Changui” Cáceres, los cuales debatieron, junto a varios otros militantes radicales que, hasta ese momento, venían manteniendo contactos con integrantes del PRT-ERP[1], el modo de hacerse con el poder.

El entonces Senador Nacional por el PJ, Bravo Herrera, argumentó que en Laguna Setúbal había ‘ganado’ la postura de los moderados, “que hicieron suyas las tesis sustentadas por la II Internacional (socialista), que aconsejaban acceder al poder por la vía democrática. Pero para mantener la cohesión del grupo y “por las dudas”, no descartaron los puntos de vista de la III Internacional de corte marxista-leninista que sugieren recurrir a la infiltración para alcanzar el reemplazo de los valores tradicionales”. Y prosigue: “Tampoco dejaron de lado la eventualidad del uso de la “vía armada” para llegar al poder”[2]

Por su parte, aquella sociedad entre radicales y subversivos terroristas iba a ser corroborada en 1991 por el Diputado radical por Río Negro, Osvaldo Álvarez Guerrero, dado que “Alfonsín solía decir que los guerrilleros del ERP eran radicales desbandados. Y algo de razón tenía: diría que hasta mediados de la década del 60 el radicalismo tenía una gran tradición fragotera. Buena parte de los militantes del ERP, como Santucho, provenían de familias radicales. Me imagino que Santucho, criado en una familia radical, también tenía una cultura del fusil y del fragote. De manera que la tradición de la lucha armada no era ajena al radicalismo”.[3] Otra muestra, es que uno de los jóvenes que fue a aclamar a Arturo Umberto Illia el día que lo derrocaron los militares, el 28 de junio de 1966, era Benito José Urteaga, futuro dirigente del Buró Político del PRT-ERP desde 1973 hasta 1976.[4]

Los periodistas Alfredo Leuco y José Antonio Díaz en su obra Los herederos de Alfonsín (1987), dan cuenta de un Congreso de la Coordinadora Radical celebrado en abril de 1971, de cuyos fundamentos se estableció lo siguiente: “La liberación nacional y social se va a conseguir por medios democráticos o por cualquier otro método”. En tanto, el supuesto Padre de la Democracia, Raúl Alfonsín, alentaba en ese mismo conciliábulo “un programa de liberación abierto a la socialización”.[5]

            Siendo un veinteañeros, Leopoldo Raúl Guido Moreau, aliado incondicional de Alfonsín desde la creación del Movimiento de Renovación y Cambio, a la vez que pope de la Junta Coordinadora Radical, no dudó en salir a celebrar, el 22 de agosto de 1973, el mentado “Día de los Héroes de Trelew”, precisamente al año del asesinato de 16 delincuentes subversivos en la Base Aeronaval “Almirante Irízar” de aquella localidad sureña.

Ese primer aniversario consistió en la movilización de estudiantes y juventudes políticas en el estadio del Club Atlético Atlanta de Buenos Aires, y, como no podía ocurrir de otro modo, a aquélla se plegaron los correligionarios de la Juventud Radical y su Coordinadora.  

Otro que fue de la partida era el luego miembro de la Masonería y Ministro del Interior de Alfonsín, Enrique Carlos “Coti” Nosiglia. Él también se enronqueció con vivas a los terroristas abatidos en agosto de 1972 por la Armada Argentina. ¿Quiénes más fueron a rendir tributo a los subversivos que quisieron fugar del presidio militar? Anotemos: Marcelo Stubrin e Hipólito Solari Yrigoyen.

Hubo otro evento, frente al Congreso Nacional, que contó con la presencia de 15.000 personas y que tuvo por oradores a Enrique Gorriarán Merlo y el nombrado dirigente radical Solari Yrigoyen, también para homenajear a los sediciosos de Trelew; en este acto estuvo presente Federico Storani en nombre de la Coordinadora.

LAS DOS PUNTAS DEL “GRAN DEMOCRATA”

Fue a partir de 1972, que Raúl Alfonsín abrió una línea política interna en la UCR para lanzar su carrera presidencial. Dicho vehículo fue el Movimiento de Renovación y Cambio, plataforma que le permitirá, en octubre de 1983, alzarse con la primera magistratura del país. Entre tanto, Alfonsín será el promotor y apadrinador de los jóvenes que, casi al unísono, decidieron darle forma a la Junta Coordinadora Radical.

            En la década 1972-1982, Alfonsín tuvo resonados acercamientos y compromisos con la subversión marxista, si bien él adhería a la Internacional Socialdemócrata, perfil más bien reformista y, eso sí, alineado a un pensamiento de izquierda. Sin embargo, y como peón de una formidable tabla de ajedrez, Alfonsín fue un auténtico sinarca que estrechó buenos contactos tanto con militares golpistas como con guerrilleros de armas tomar.

            Se vinculaba al general Albano Harguindeguy –Ministro del Interior durante el Proceso de Reorganización Nacional- porque había sido su compañero en el Liceo Militar, de allí sus lazos con el mundo castrense. De hecho, fue Harguindeguy quien le salvó la vida a una sobrina suya que, habiendo militado en el ERP, estuvo a punto de ser pasada por las armas.

            Mucho antes de crear el Movimiento de Renovación y Cambio, el “gran demócrata” de Raúl Alfonsín aceptó una diputación nacional en 1963, cuando, por todos es sabido, que en ese año el partido mayoritario, el peronista, estaba proscripto.

Veamos un claro ejemplo del idilio que, a veces a la luz del día y otras en las penumbras de la noche, mantenían los radicales y los terroristas subversivos: entre octubre y noviembre de 1975, Raúl Alfonsín mantuvo una reunión clandestina con algunos funcionarios del PRT-ERP, entre ellos Manuel Justo Gaggero. También se hallaba presente el dirigente combativo trotskista Agustín Tosco, que poco tiempo más tarde moriría.

Algunos días más tarde, Raúl Alfonsín, Raúl Borrás y Mario Amaya, todos dirigentes radicales, se vieron en el barrio porteño de Flores con el terrorista Mario Santucho, quien les trazó un panorama de que para “mediados de marzo (de 1976)” se iba a producir un golpe de Estado. Luego de concluida la reunión, Alfonsín le expresó a su amigo, el terrorista erpiano Gaggero, lo siguiente respecto a la reunión con Santucho: “(Me he quedado) muy bien impresionado por la claridad y el enfoque de análisis (de Santucho)…”.

En agosto de 1976, cuando arreciaba la represión, el general Adel Vilas[6] tenía detenido en la celda de una unidad militar de Bahía Blanca al abogado Héctor Amaya, de extracción radical, el cual había sido capturado por la Inteligencia del Ejército Argentino en Trelew. Acompañaba a Amaya en el cautiverio el ex senador, también radical, Hipólito Solari Yrigoyen. En eso, Raúl Alfonsín se entera de ambas detenciones, y rápidamente se comunica con el general Harguindeguy, su amigo, para que les den un buen trato los detenidos. Eugenio Méndez en Santucho. Entre la inteligencia y las armas (La Toma, 2001), afirma que

“Vilas, ofuscado, les comunicó que en horas de la mañana había recibido un llamado del Ministro del Interior, general Albano Harguindeguy, indicándole que ambos detenidos debían recibir un trato especial, dado que iban a salir del país en virtud de las gestiones nacionales e internacionales que había piloteado el abogado radical Raúl Alfonsín.”

Ruinas del Regimiento de Infantería Nº 3 de La Tablada, tras la recuperación del mismo. En primer plano, una yegua abatida por el fragor del combate que pertenecía a la unidad.


Se sabe que Solari Yrigoyen optó por retirarse a Venezuela, donde lo aguardaba el malogrado Embajador Héctor Hidalgo Solá -¡oh, casualidad, de ideología radical!- que, como se sabe, fue mandado asesinar por Grupos de Tarea afines al almirante Emilio Eduardo Massera en 1977.

Entre 1977 y 1978, Alfonsín formó parte de la “Logia Cúneo” que, de acuerdo al mismo Méndez, era “de ideas desarrollistas e integrada por dirigentes políticos de partidos minoritarios”. Recibía apoyo del diario “Clarín” y promovía como futuro candidato presidencial para 1980 al civil Oscar Héctor Camilión[7] para suceder al general Viola en el caso que éste, en un lapso de tres años, destronara a Jorge Rafael Videla, lo que finalmente nunca ocurrió.

No obstante, hay otra historia detrás de la “Logia Cúneo”, y es que el propio Raúl Alfonsín era quien tenía aspiraciones de ser ese candidato civil a ocupar la Presidencia de la Nación en 1980. Sucedió que los ‘competidores’ eran verdaderos pesos pesados: por un lado, estaba el almirante Massera[8], y del otro José Alfredo “Joe” Martínez de Hoz, el Ministro de Economía de la dictadura cívico-militar. Por presión de ambos, el general Harguindeguy le pidió a Alfonsín que declinara sus intentos de ser “el candidato de una convergencia cívico-militar”, concluye Eugenio Méndez.

A todo esto, Alfonsín y los coordinadores aguardaron el final de la dictadura cívico-militar de 1976. Uno de los más polémicos a la hora de ‘sobrevivir’ fue, justamente, Enrique Nosiglia, quien hasta llegó a ser funcionario del Proceso en sus postrimerías, pues corría 1983 cuando su tío, Mario Raúl Nosiglia, designado Presidente del Banco Hipotecario Nacional (BHN) lo ubicó a su sobrino como secretario y asesor ad-honorem de la entidad. Desde ese puesto, “El Coti” Nosiglia obtuvo fondos, cargos y teléfonos gratis que fueron utilizados o desviados para los militantes de la Coordinadora Radical.

Sin embargo, sospechosa es la supervivencia –y pido disculpas por la reiteración- de numerosos radicales que, habiendo sido parte o apoyando secundariamente, se involucraron con las organizaciones armadas de la subversión, aportando su complicidad para ultimar civiles, empresarios, militares, policías, sindicalistas y profesionales.

Para botón de muestra tenemos a Julio César Provenzano, militante del ERP que participó de un ataque al Edificio “Libertad” de la Armada Argentina, y cuyo hermano, Francisco “Pancho” Provenzano, integrante de la Coordinadora Radical y del ERP, en simultáneo, fungiría como uno de los más conspicuos miembros del MTP de Gorriarán Merlo al momento del ataque a la unidad militar.

El referido Nosiglia tuvo, sin ir muy lejos, una hermana que militaba en el ERP y que se llamaba María Magdalena Nosiglia. En abril de 1973, ella fue coautora del secuestro del contralmirante Francisco Aleman, su suegro. Por este hecho, la hermana del “Coti” Nosiglia se encuentra desaparecida desde el 26 de marzo de 1977. En cambio, “El Coti” Nosiglia fue funcionario de los militares…

LA COORDINADORA ALCANZA EL PODER

El poder de la Coordinadora a partir de 1983 fue impresionante. Informes de Inteligencia del Ejército daban por cierta la existencia de polígonos de tiro clandestinos de esta organización alfonsinista en la Provincia de Córdoba, la cual, históricamente hablando, siempre tuvo un marcado cuño radical.

            Los jóvenes que ayer conformaron la Coordinadora, ahora con Alfonsín presidente vivieron sus mieles dentro del poder político. De allí, que Federico Storani fue Diputado Nacional por la Prov. de Buenos Aires desde 1983 hasta 1991, con el dato por demás curioso de que en ese tiempo dirigía una publicación llamada Generación ’83. Propuestas para una Nueva República, en cuya edición Nº 25, del mes de septiembre de 1986, página 17, había un aviso de gran tamaño de la revista Entre Todos, esto es, del órgano oficial del MTP.

            Otro coordinador, Carlos Ernesto Becerra, fue designado Secretario General de  Presidencia de la Nación por Raúl Alfonsín, por lo cual la Coordinadora tenía a uno de los suyos en una posición inmejorable. Acomodaticio, en 1999 con el advenimiento de la ALIANZA fue ungido, otra vez, Secretario General de Presidencia de la Nación, y en octubre de 2000 director de la SIDE.

            Nosiglia –ya referenciado en esta nota- ocupó la jefatura del Ministerio del Interior de la Nación desde septiembre de 1987 hasta mayo de 1989, período en el cual tuvo lugar la tragedia criminal del MTP en el Regimiento de Infantería de La Tablada. Mucho habría que preguntarle a este operador político sobre su rol, entre bambalinas, para incitar el ánimo de los subversivos a atacar un cuartel militar y después lavarse las manos. ¿Qué habló Nosiglia con los integrantes del MTP Francisco Provenzano y Roberto Felicetti el 29 de diciembre de 1988 en la hoy desaparecida confitería Paladium de la calle Reconquista 945, de Buenos Aires? Al mismo tiempo, el abogado y guerrillero del MTP, Jorge Baños, quien cayera abatido dentro del Regimiento de La Tablada, había obtenido en 1986 un ‘crédito blando’ del Banco Hipotecario Nacional que, en esos momentos, estaba lleno de miembros de la Coordinadora.[9]


Jorge Baños, letrado y guerrillero del MTP. Semanas antes del ataque al Regimiento Nº 3 de Infantería, mantuvo reuniones con Enrique "Coti" Nosiglia. Baños murió en el copamiento a la unidad militar, llevándose varios secretos inconfesables a la tumba.


            Leopoldo Moreau fue otro beneficiado por sus orígenes en la Coordinadora: al asumir su padrino político, Raúl Alfonsín, Moreau fue electo Diputado Nacional por la Prov. de Buenos Aires en 1983, cumpliendo un rol fundamental en los debates relativos a la creación de la Comisión Nacional de Desaparición de Personas (CONADEP) y en la reforma del Código de Justicia Militar, en amplia consonancia, lo último, con el cercenamiento de las funciones específicas de las FF.AA. en el período democrático. En 1989, cuando todavía gobernaba Alfonsín, fue investido Presidente de la Honorable Cámara de Diputados de la Nación.

            A los 28 años de edad, Jesús Rodríguez, también coordinador, tuvo el privilegio de ser electo Diputado Nacional por la Capital Federal en el año 1983, siendo reelecto en 1987, 1991, 1993 y 1999. Concluyó su labor legislativa en diciembre de 2003. Hay que consignar, que Rodríguez aceptó en 1989 ser el Ministro de Economía de Alfonsín en plena hiperinflación.

            No por nada ellos cantaban, eufóricos, una vez que la fórmula Alfonsín-Martínez triunfó sobre la de Luder-Bittel, “¡Ahora, ahora, la Coordinadora!”, mientras revoleaban corbatas, se arremangaban camisas y transpiraban el sudor del éxito desenfrenado.

EL PACTO MTP-COORDINADORA

Tomemos en cuenta lo que decía el subversivo Floreal Canalis[10] en agosto de 1991 al hablar sobre las relaciones existentes entre los hombres de Raúl Alfonsín y el terrorismo cuando aconteció el ataque al Regimiento Nº3 de La Tablada en enero de 1989:

“Se comete un gran error de interpretación cuando se intenta explicar el 23-E [por la fecha 23 de enero de 1989] como un hecho directamente realizado o inducido por los servicios de inteligencia, zambulléndose en las relaciones que la dirección del MTP mantenía con las esferas de gobierno del radicalismo, especialmente con Enrique Nosiglia y Carlos Becerra, así como con algunos militares ligados al UALA (Unidad Argentino-Latinoamericana) y a otros círculos, aunque, desde ya, estos vínculos existían, y en algunos casos eran casi cotidianos y de mucha familiaridad.”

Antiguo radical, aunque de la facción más derechista, Guillermo Cherasny no ahorró en críticas hacia la ligazón que había entre los hombres de la Coordinadora Radical, el Movimiento de Renovación y Cambio (al que siempre se opuso) y la guerrilla subversiva. Así lo dejó plasmado en el semanario El Informador Público del 20 de enero de 1989, poco antes del ataque y copamiento de La Tablada, en una nota que tituló “El ERP y la Coordinadora”, en donde, entre otros conceptos, arrojó que “el sector del ERP liderado por Gorriarán (se refería, clara aunque maliciosamente, al MTP) y la Junta Coordinadora Nacional de la UCR de la Capital Federal (tendencia que en la Capital Federal dirigía el ministro del Interior, Enrique Nosiglia), habían alcanzado previamente “un acuerdo táctico””.[11]

            Gracias a la Coordinadora Radical, los muertos y heridos en la recuperación de los cuarteles de La Tablada siguen esperando justicia. Y mientras tanto, los coordinadores siguen disfrutando, con sus manos llenas de sangre, negociados y dolor, lo que hoy no tiene el pueblo argentino.


Por Puñal Mazorquero




[1] Consignamos que el PRT se creó en 1965, y el ERP recién lo hizo en 1970.

[2] “La Guerrilla de Papel”, de Horacio Félix Bravo Herrera, páginas 67 y 68.

[3] Op. cit., páginas 69 y 70.

[4] El Buró Político era el órgano decisorio de mayor poder dentro de la estructura del PRT-ERP.  De él dependían las decisiones políticas a tomar. Estaba compuesto, hacia 1975, de un Secretario General (Santucho) y seis miembros más. Urteaga era el tercero en importancia dentro del ERP.

[5] “Los herederos de Alfonsín”, de Alfredo Leuco y José Antonio Díaz, Sudamericana-Planeta, página 187.

[6] Era de ideología peronista-nacionalista. La presidente Isabel Perón le ordenó iniciar el ‘Operativo Independencia’ en Tucumán, en 1975.

[7] Camilión había sido secretario de Redacción de Clarín, y, por lo mismo, amigo personal de su dueña, la señora Ernestina Herrera de Noble. Durante el menemismo alcanzó el Ministerio de Defensa.

[8] El sueño electoralista de Massera comenzó a pergeñarse con algún grado de seriedad a partir de 1979, cuando fundó el Partido para la Democracia Social (PDS), a través del cual obtuvo la colaboración de numerosos Montoneros ‘doblados’, tal el caso de la periodista Miriam Liliana Lewin de García.

[9] Dice la obra El Coti, de Darío Gallo y Gonzalo Álvarez Guerrero, página 221, que a Baños “En sólo tres días, en marzo de 1986, el BHN le entregó 18.000 dólares”. Es de notar, que tanto Jorge Baños como Francisco Provenzano, que habían mantenido contacto directo con el Ministro del Interior Nosiglia, no salieron vivos del ataque al cuartel de La Tablada. ¿Habrá sido para no delatar la gestación del accionar terrorista con la complicidad del radicalismo alfonsinista?

[10] Floreal Canalis tenía como nombre de Guerra ‘El Petiso Esteban’. Sirvió como nexo entre el ERP y el ELN (Ejército de Liberación Nacional) boliviano de Coco Peredo. Fue, a su vez, lugarteniente de Enrique Gorriarán Merlo desde que se exilió en Europa y hasta su regreso a la Argentina (1977-1983).
                Luego de fracasado el copamiento del Regimiento de La Tablada, Gorriarán Merlo intentó desparramar la versión de que Canalis era “un traidor” o poco menos que un “infiltrado” dentro del MTP, y que su actuación ya era “dudosa” desde el año 1975. Sin embargo, el mismo Gorriarán Merlo lo tuvo a su lado con posterioridad a ese último año, más que nada en Nicaragua y cuando él regresó al país luego de las elecciones de Alfonsín en 1983, sin que se quejara de actitud sospechosa alguna de Canalis.

[11] “Gorriarán. La Tablada y las “Guerras de Inteligencia” en América Latina”, de Juan Salinas y Julio Villalonga, página 110.