miércoles, 19 de abril de 2023

DOS PALABRAS SATANICAS DE LOS MASONES: ILUMINISMO Y OSCURANTISMO


 

¡Cuántas veces hemos oído decir que la Conquista Española de América dio comienzo a una etapa <<oscurantista>> en la historia de la humanidad! Muchísimas voces, incluso hoy, repiten el latiguillo con que se pretendió apuntar, una y otra y otra vez, en el barbárico Descubrimiento del Nuevo Mundo por parte de los ibéricos peninsulares imbuidos de inquebrantable fe católica. 

Y han continuado con la monserga de modo tal, que la reiteración generó eximios panegiristas en nuestra Argentina de la mano de postizos como Domingo Faustino Sarmiento, Bartolomé Mitre, Vicente Fidel López, los marxistas y no pocas facciones de conservadores y demás pelafustanes. Fueron todos ellos quienes, no conformes con la propaganda negra diseminada a los cuatro vientos, se dedicaron a ensalzar la etapa postrera a la de los españoles en América como la correspondiente a la de los <<iluminados>>, esto es, a los que echaban luz sobre los rincones oscuros, tenebrosos, dejados por los españoles. Era la hora de la ciencia, de la razón, y el vituperio de la religión por “supersticiosa”. 

Ríos de tintas, toneladas de libros y miles o cientos de miles de voces comulgaron con esta idea segmentada de la historia universal de Occidente, entre episodios llenos de oscuridad contrastados con otros de iluminismo. Ese sería el modo más conmovedor que tuvieron los enemigos de la catolicidad y del mundo hispano para desmoralizar y derrotar la cosmovisión original de nuestra América, todo sea para allanar el campo a la desfiguración de nuestras inteligencias con costumbres extrañas, apátridas y subyugantes. 

LA “LUZ” DE LOS ILUMINADOS DE BAVIERA 

El auge de nuestra subversión cultural como americanos lo ubicamos allá por finales del siglo XIX, sin embargo, hay en el fondo una guerra secular, de larga data, que con tenacidad y persistencia ha encarado contra lo católico y lo hispano la Masonería. Esta siniestra orden, con implacable sed de venganza, sostuvo una lucha integral que logró pegar con hondura desde lo semántico. Y así desvirtuó los términos <<oscuridad>> y <<luminosidad>> para sus propios fines. 

Hay que remontarse, para mejor fundamentar lo antedicho, que la Masonería moderna debe su inspiración a los postulados orgánicos, doctrinarios y semánticos de la Orden de los Iluminados de Baviera, popularmente nombrados como <<Illuminatis>> en el mundo posmodernista. 

El judío Adam Weishaupt (1748-1830), su jefe máximo, era profesor de Derecho canónico en la Universidad de Ingolstadt. En 1776, casualmente el mismo año en que se declaraba la Independencia de los Estados Unidos, funda los Iluminados de Baviera, que con su doctrina quería “libertar paulatinamente de sus prejuicios a los cristianos de todas las confesiones”. ¿Y quiénes podían llevar a buen término esa libertad masónica? Exacto: los <<iluminados>> o <<ilustres>>, que no eran otros que los portadores de una “luz” llena de sabiduría y virtud –según ellos- capaz de aniquilar los “prejuicios” del cristianismo. 

Entre los grados masónicos de la orden se exaltaba esa condición de <<ilustres>>. De modo, que de hacer bien los deberes que demandaba la obediencia ciega y absoluta, sus miembros podían alcanzar la investidura de Illuminatus Minor (Seminario), Illuminatus Major e Illuminatus dirigens (legado de la Masonería Escocesa). 

LA OSCURIDAD COMO “LUZ” DE SATAN 

El masón Albert Mackey[1] daba toda una definición respecto de lo que es la “luz” para él y sus cófrades, al decir que: “Sólo la Masonería ha conservado la primitiva significación, que era una alusión simbólica al sol como fuente de la luz física y la más maravillosa obra del Gran Arquitecto del Universo”. Veamos esta otra definición que nos llega de Jules Boucher en su trabajo La Simbología Masónica (1948), cuando afirma que la era contemporánea es “el tiempo de Luz”, y en donde los logiados, vistos siempre como “Hijos del Mundo de las Tinieblas”, se puedan manifestar como “Hijos de la Luz”.   

Dentro del Rito Escocés Antiguo y Aceptado de Libres Masones, quizás el más extendido en Hispanoamérica, el Grado 20 es el de Gran Patriarca, Venerable Maestro Ad Vitam.[2] De los 33 Grados que tiene el Rito Escocés, el que vamos a analizar corresponde al de la <<Enseñanza Superior>>, en donde se opera sobre el hombre socialmente aislado. Su efod o vestimenta es la que, antaño, utilizaba el Gran Sacerdote de los judíos, caracterizado por un predominio de colores azul y amarillo tanto en el mandil como en el cordón. 

En lo simbólico, el rito de iniciación se da entre el Presidente del Santuario (así se le llama al Oriente en este grado) y el Neófito o hermano masón a iniciar en el Grado 20. Como veremos a continuación, así se manifiesta este ritual, en donde despunta lo concerniente al <<oscurantismo>> predicado por la orden masónica: 

“El Presidente dice al Neófito: <<¡Sé como la Estrella de la Mañana, que anuncia la venida del día! ¡Ve a llevar al mundo la luz; en el nombre sagrado de Lucifer, ve a desarraigar el oscurantismo!>>.” 

Como bien cita el padre León Meurin, aquí la referencia al <<oscurantismo>> alude al catolicismo, “cuya santa fe obscurece la <<luz>> tenebrosa que sale <<del lugar que no necesita del sol ni de la luna para estar iluminado>>. El Señor llama a ese lugar <<las tinieblas exteriores, donde serán los llantos y el rechinar de dientes>>”, es decir, los lamentos de Lucifer. 

Para el final, bien vale trazar un paralelismo entre la comparación que hacen los masones entre <<lo oscuro y la luz>> con esa otra que hacía el delincuente Sarmiento –Grado 33 del Rito Escocés, por si algo nos dice- de <<Civilización y Barbarie>>, sentencia exacta y precisa de la famosa grieta histórica que padece desde tiempo inmemorial nuestra sufrida Patria Argentina. 

 

Por El Católico Descamisado



[1] Mackey fue un médico de renombre y político de los Estados Unidos promediando el siglo XIX. Se inició en la Masonería en la década de 1840, alcanzando varios grados en las logias del estado de Carolina del Sur.  

[2] También se denomina Venerable Gran Maestro de todas las Logias. Soberano Príncipe de la Masonería, o Maestro Ad Vitam.