Noviembre de 1983: primeras tratativas entre el masón Raúl Ricardo Alfonsín y las subversivas Madres de Plaza de Mayo. Gestos como este desataron una amplia acción psicológica e ideológica contra las FF.AA. de la patria. A partir del alfonsinismo, se le señalaba al pueblo argentino que los militares, sin excepción, eran "genocidas", "fascistas", "golpistas" o "reaccionarios".
A fines del año 2008, una estadística dada a conocer por el Observatorio Sociocultural de la Defensa señalaba que un 47% del personal del Ejército Argentino había pensado en dejar dicha actividad, lo mismo el 43% del personal de la Armada. En aquél año 2008, cerca de 40 pilotos de la Fuerza Aérea optaron por trabajar en aerolíneas comerciales. Las causas tienen que ver con la desmotivación, la falta de infraestructura que impide tener una mejor capacitación en la carrera de las armas y los sueldos que, medidos a la par de una inflación exorbitante, les dejan poco margen para vivir sin apuros ni preocupaciones.
Por entonces, un 36,8% de los efectivos del Ejército admitía disponer de otra fuente de trabajo, algo que no está bien visto en la carrera militar, puesto que un oficial o suboficial debería dedicarse en un ciento por ciento a su especialidad castrense, pero no por mero capricho sino porque la tarea fundamental de las FF.AA. consiste en la defensa estratégica de la soberanía nacional de un país. Ni más, ni menos. Claro que la necesidad es urgente, y entonces el Ministerio de Defensa, dirigido por antiguos subversivos marxistas, alienta esta situación de descalabro que se hace sentir desde el Estado Mayor Conjunto de las FF.AA. hasta el último uniformado del Ejército, la Marina y la Fuerza Aérea.
1983-1999: ATAQUE IDEOLÓGICO-PRESUPUESTARIO
El primer calumniador de nuestras fuerzas armadas fue el masón gramsciano Raúl Ricardo Alfonsín Foulkes quien, al decir del fallecido ex coronel Mohamed Alí Seineldín, produjo la desmoralización hacia el interior de sus filas, alimentada, además, por culpa de los militares de tendencia liberal que, tanto en 1930, 1955, 1966 y 1976, usurparon gobiernos legítimos a través de golpes de Estado. El alfonsinismo, por ende, concentró su animadversión en el aspecto meramente ideológico.
Al sobrevenir el menemismo, el ataque contra las instituciones militares se centró en lo económico-presupuestario. En la publicación “Destino Histórico”, Año 4, N° 8, de marzo de 1989, se anunciaba a todo color “El Pensamiento Militar de Carlos Saúl Menem”. En ese número, el delincuente traidor decía –presten atención-:
“En particular las FFAA fueron atacadas y erosionadas en su propia esencia y naturaleza. La acción llevada a cabo contra ellas, como instituciones fundamentales, cuestionó su existencia como integrantes del potencial nacional.
“La acción principal constituyó la drástica e inconsulta merma del presupuesto militar, como consecuencia de la falta de un plan militar, simultáneamente una persistente e intencionada acción psicológica englobó a todas las fuerzas, distorsionó y confundió a propósito lo institucional con lo personal; lo trascendente con lo específico; lo histórico con la coyuntura”.
Creemos que todos, salvo el propio agente internacional Carlos Saúl Menem, pueden hablar de “merma del presupuesto militar”. La nota que concedió a la revista “Destino Histórico” de marzo de 1989 respondía, sin lugar a dudas, al ataque certero contra la insoportable administración alfonsinista, la cual hizo un filoso ataque ideológico y, como expresaba Menem, psicológico contra las fuerzas armadas. Eso es innegable.
Entre los muchos males que llevó a cabo el traidor delincuente Menem, encontramos la derogación del servicio militar obligatorio en 1995. En marzo de 1989, con su forajida dualidad, decía sobre el mismo: “Lo real y cierto es que el servicio militar cumple una función trascendente e irremplazable a la Nación. También es cierto que deben buscarse fórmulas para equilibrar la necesidad, manteniendo siempre la prioridad indelegable de la defensa nacional”. ¡Vaya mentiroso!
Atentado en la Fábrica Militar de Rio Tercero, en la provincia de Córdoba (3 de noviembre de 1995). Aunque es un sello de la era kirchnerista, los negociados y la complicidad entre dirigentes y militares ya empezaban a vislumbrarse durante la era menemista. Desaparecido el sector nacionalista del Ejército, nadie dijo nada sobre esta exploxión que causó la muerte de 7 civiles inocentes y 300 heridos. El jefe del Ejército era el masón y teniente general Martín Balza; hoy, este traidor es embajador kirchnerista en Colombia.Por entonces, un 36,8% de los efectivos del Ejército admitía disponer de otra fuente de trabajo, algo que no está bien visto en la carrera militar, puesto que un oficial o suboficial debería dedicarse en un ciento por ciento a su especialidad castrense, pero no por mero capricho sino porque la tarea fundamental de las FF.AA. consiste en la defensa estratégica de la soberanía nacional de un país. Ni más, ni menos. Claro que la necesidad es urgente, y entonces el Ministerio de Defensa, dirigido por antiguos subversivos marxistas, alienta esta situación de descalabro que se hace sentir desde el Estado Mayor Conjunto de las FF.AA. hasta el último uniformado del Ejército, la Marina y la Fuerza Aérea.
1983-1999: ATAQUE IDEOLÓGICO-PRESUPUESTARIO
El primer calumniador de nuestras fuerzas armadas fue el masón gramsciano Raúl Ricardo Alfonsín Foulkes quien, al decir del fallecido ex coronel Mohamed Alí Seineldín, produjo la desmoralización hacia el interior de sus filas, alimentada, además, por culpa de los militares de tendencia liberal que, tanto en 1930, 1955, 1966 y 1976, usurparon gobiernos legítimos a través de golpes de Estado. El alfonsinismo, por ende, concentró su animadversión en el aspecto meramente ideológico.
Al sobrevenir el menemismo, el ataque contra las instituciones militares se centró en lo económico-presupuestario. En la publicación “Destino Histórico”, Año 4, N° 8, de marzo de 1989, se anunciaba a todo color “El Pensamiento Militar de Carlos Saúl Menem”. En ese número, el delincuente traidor decía –presten atención-:
“En particular las FFAA fueron atacadas y erosionadas en su propia esencia y naturaleza. La acción llevada a cabo contra ellas, como instituciones fundamentales, cuestionó su existencia como integrantes del potencial nacional.
“La acción principal constituyó la drástica e inconsulta merma del presupuesto militar, como consecuencia de la falta de un plan militar, simultáneamente una persistente e intencionada acción psicológica englobó a todas las fuerzas, distorsionó y confundió a propósito lo institucional con lo personal; lo trascendente con lo específico; lo histórico con la coyuntura”.
Creemos que todos, salvo el propio agente internacional Carlos Saúl Menem, pueden hablar de “merma del presupuesto militar”. La nota que concedió a la revista “Destino Histórico” de marzo de 1989 respondía, sin lugar a dudas, al ataque certero contra la insoportable administración alfonsinista, la cual hizo un filoso ataque ideológico y, como expresaba Menem, psicológico contra las fuerzas armadas. Eso es innegable.
Entre los muchos males que llevó a cabo el traidor delincuente Menem, encontramos la derogación del servicio militar obligatorio en 1995. En marzo de 1989, con su forajida dualidad, decía sobre el mismo: “Lo real y cierto es que el servicio militar cumple una función trascendente e irremplazable a la Nación. También es cierto que deben buscarse fórmulas para equilibrar la necesidad, manteniendo siempre la prioridad indelegable de la defensa nacional”. ¡Vaya mentiroso!
Al cumplirse el décimo aniversario del fin de la conscripción, en una editorial del periódico “La Nación” (edición del 9 de enero de 2005), se leían párrafos como el que sigue: “El servicio militar obligatorio fue impuesto hace un siglo precisamente para integrar a una sociedad diversificada, fruto del alud inmigratorio, e igualar ciertas diferencias sociales. De este modo, se brindaban estándares mínimos de salud e instrucción”. Pues bien, fue un liberal disfrazado de peronista el que logró la mayor desunión entre pueblo y militares, prestando su genuina colaboración con el predicamento de los marxistas y socialistas culturales.
Este es sólo un botón de ejemplo. Sobre Carlos Saúl Menem y la destrucción sistemática que hizo contra las tres armas de la patria se puede hablar largo y tendido. Fue, incluso, uno de los mayores mentores del proceso de ‘desmalvinización’, llegando a instalar en las consciencias de nuestros uniformados que el deber sublime de defender la patria es un “error imperdonable” o un fruto políticamente incorrecto que ofende, y mucho, al nuevo orden mundial.
No hay que obviar su fanatismo privatista, el cual también llegó al mundo militar. Cerró proyectos misilísticos argentinos, fábricas de tanques, aviones, de armamentos (Fabricaciones Militares), etc., etc., entregándolo todo a la voracidad empresarial foránea que llevaba nuestros proyectos a sus países para desarrollarlos allende las fronteras. Y se incurrió en la exportación ilegal de material bélico a Ecuador entre 1991 y 1995, episodio que justificó, para su criminal administración, el atentado en las instalaciones de la Fábrica Militar de Río Tercero, en la provincia de Córdoba.
1999-2010: CORRUPCION CASTRENSE A GRAN ESCALA
Alejados los tiempos menemistas, las fuerzas armadas continuaron su lamentable derrotero. La línea nacionalista del ejército ya había sido exterminada en diciembre de 1990, provocando el enjuiciamiento de sus máximos oficiales, el relevo indefectible de sus suboficiales y provocando, en el resto, la emigración hacia otros países, hacia otros ejércitos que, en una de esas, los reconocerían por sus grados y trayectorias. Es sabido el caso de algunos ex ‘carapintadas’ que actuaron durante la última Guerra de los Balcanes que determinó la extinción de la República de Yugoslavia (1991-2000).
Al frente de las tres armas quedaron los oficiales que se acomodaron a los dictámenes de la democracia marxista-liberal, los que con ayuda del Ministerio de Defensa de turno ahondaron la desmoralización de los cuadros e incurrieron en la delincuencia como medio de vida.
La primera década del siglo XXI permitió una nueva táctica mundialista proclive a colocar gobiernos socialdemócratas en Hispanoamérica. La administración kirchnerista, para el caso local, perfeccionó los ataques perpetrados por Alfonsín y Menem contra los uniformados en las décadas anteriores, con la particularidad de que ahora se permitiría un estado anárquico tal que haga posible asociaciones ilícitas entre la oficialidad castrense y las autoridades del Ministerio de Defensa de la Nación. No obstante, si un caso de corrupción trasciende el secreto de la ilegalidad, y en razón de que se derogó el Código de Justicia Militar, serán los militares los únicos que pagarán el latrocinio o la estafa bajo jueces o fiscales civiles. Y le hacemos el siguiente cuestionamiento, señor lector: ¿quiénes sobornan a la justicia civil? Los políticos de turno, y éstos hoy son los kirchneristas. Todo queda “en orden”.
Imagen de junio de 2007 que muestra las tratativas para reformar (hacer desaparecer) el Código de Justicia Militar. Para ello, el kirchnerismo dispuso que 2 antimilitaristas expusieran la medida: la Ministro de "Defensa", Nilda Celia Garré, y el juez homosexual de la Corte Suprema, Eugenio Zaffaroni. Cuando finalmente se derogó el Código de Justicia Militar en 2008, nadie dentro de las FF.AA. salió a quejarse. Y el que pensó hacerlo, fue pasado a disponibilidad.Este es sólo un botón de ejemplo. Sobre Carlos Saúl Menem y la destrucción sistemática que hizo contra las tres armas de la patria se puede hablar largo y tendido. Fue, incluso, uno de los mayores mentores del proceso de ‘desmalvinización’, llegando a instalar en las consciencias de nuestros uniformados que el deber sublime de defender la patria es un “error imperdonable” o un fruto políticamente incorrecto que ofende, y mucho, al nuevo orden mundial.
No hay que obviar su fanatismo privatista, el cual también llegó al mundo militar. Cerró proyectos misilísticos argentinos, fábricas de tanques, aviones, de armamentos (Fabricaciones Militares), etc., etc., entregándolo todo a la voracidad empresarial foránea que llevaba nuestros proyectos a sus países para desarrollarlos allende las fronteras. Y se incurrió en la exportación ilegal de material bélico a Ecuador entre 1991 y 1995, episodio que justificó, para su criminal administración, el atentado en las instalaciones de la Fábrica Militar de Río Tercero, en la provincia de Córdoba.
1999-2010: CORRUPCION CASTRENSE A GRAN ESCALA
Alejados los tiempos menemistas, las fuerzas armadas continuaron su lamentable derrotero. La línea nacionalista del ejército ya había sido exterminada en diciembre de 1990, provocando el enjuiciamiento de sus máximos oficiales, el relevo indefectible de sus suboficiales y provocando, en el resto, la emigración hacia otros países, hacia otros ejércitos que, en una de esas, los reconocerían por sus grados y trayectorias. Es sabido el caso de algunos ex ‘carapintadas’ que actuaron durante la última Guerra de los Balcanes que determinó la extinción de la República de Yugoslavia (1991-2000).
Al frente de las tres armas quedaron los oficiales que se acomodaron a los dictámenes de la democracia marxista-liberal, los que con ayuda del Ministerio de Defensa de turno ahondaron la desmoralización de los cuadros e incurrieron en la delincuencia como medio de vida.
La primera década del siglo XXI permitió una nueva táctica mundialista proclive a colocar gobiernos socialdemócratas en Hispanoamérica. La administración kirchnerista, para el caso local, perfeccionó los ataques perpetrados por Alfonsín y Menem contra los uniformados en las décadas anteriores, con la particularidad de que ahora se permitiría un estado anárquico tal que haga posible asociaciones ilícitas entre la oficialidad castrense y las autoridades del Ministerio de Defensa de la Nación. No obstante, si un caso de corrupción trasciende el secreto de la ilegalidad, y en razón de que se derogó el Código de Justicia Militar, serán los militares los únicos que pagarán el latrocinio o la estafa bajo jueces o fiscales civiles. Y le hacemos el siguiente cuestionamiento, señor lector: ¿quiénes sobornan a la justicia civil? Los políticos de turno, y éstos hoy son los kirchneristas. Todo queda “en orden”.
Ya todo es válido a la hora de la rapiña y los negocios turbios. Pero en medio de tanto desvarío hay algo que debe mantenerse inalterable: la afinidad ideológica. La ideología “derecho-humanista” que sugirió la corruptísima administración Kirchner-Fernández Wilhelm, hizo que los ascensos dentro del Ejército, la Armada y la Aeronáutica se produzcan por afinidad ideológica. Y a los que no se adaptan a este esquema, los dan de baja súbitamente o los denuncian con algún archivo o carpeta que contenga información sensible de lo actuado por ese díscolo en los luctuosos años 70 del siglo anterior.
Esta primera parte es una introducción para desnudar algunos negociados que se tejen a nivel Ejército en estos tiempos de genuflexión militar. Veremos hasta qué punto se enriquecen ilícitamente Nilda Celia Garré, oficiales del Ejército (en actividad y retirados), sindicalistas y políticos.
Esta primera parte es una introducción para desnudar algunos negociados que se tejen a nivel Ejército en estos tiempos de genuflexión militar. Veremos hasta qué punto se enriquecen ilícitamente Nilda Celia Garré, oficiales del Ejército (en actividad y retirados), sindicalistas y políticos.
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