Un frustrado
ataque de índole anarquista apareció en los titulares de ayer, al conmemorarse
un nuevo aniversario –109 años- del asesinato del entonces Jefe de la Policía
Federal Argentina (PFA), coronel Ramón Lorenzo Falcón, a manos del activista
judío Simón Radowitzky. Los dos subversivos que intentaron efectuar el golpe
sensacionalista tenían por misión destrozar el monumento que adorna el sepulcro
de Falcón en el cementerio de La Recoleta en Buenos Aires.
Cada tanto resurgen las,
autodenominadas en la jerga marxista, células
dormidas que, compuestas por pequeños individuos nucleados para perpetrar
un atentado o fin ilícito, en apariencia se muestran desactivadas por largos
períodos de tiempo más resurgiendo, de golpe, con una acción inesperada. El
anarquismo siempre tuvo una tradición en ese aspecto a la hora de manifestar
sus antivalores ideológicos, pero agregando las taras del posmodernismo
disgregador, pues también adhieren sus adláteres a construcciones tales como el
poliamor o el lenguaje inclusivo muy
en boga entre las feministas.
La interrelación entre el anarquismo
y el marxismo proviene de larga data, más precisamente desde la realización de
la Iª Internacional que logró sentar, en una misma tribuna, a los judíos Karl
Marx –por el comunismo- y a Mihail Bakunin –por el anarquismo- en Londres,
Inglaterra, en 1864. Ambas internacionales se adjudicaban la representación de
la defensa de los trabajadores, siendo más violentos en sus metodologías los
marxistas, pues los anarquistas eran de la idea de generar consensos para así,
de modo menos enérgico, hacer la revolución mundial.
Los
años trajeron consigo el endurecimiento de tales posturas, por lo que el
anarquismo decidió jugarse por el apoliticismo (que lo llevó a su creciente
marginalidad), por creer que aún los partidos políticos eran burgueses en su
concepción, y los marxistas, expertos en la infiltración y la dialéctica, intentaron
desde entonces ofrecer diversos tipos de tácticas para la toma del poder y la
utópica instauración de la dictadura del proletariado.
La globalización si bien confundió,
y en algunos casos amalgamó, la trayectoria de ambas ideologías[1],
cada una de éstas tuvo a bien resguardar el nombre de sus principales mártires o figuras. En nuestro país, Simón Radowitzky, como queda de manifiesto, es un asesino cuya impronta todavía
resurge en pintadas o en acciones aisladas, trasnochadas, algo similar sucede
con el italiano Severino Di Giovanni, anarquista emigrado a la Argentina y aquí
fusilado el 1º de febrero de 1931 cuando las autoridades nacionales le
aplicaron la pena capital.
NORMAN BRISKI, LA FUSION SUBVERSIVA
Naum Normando
Brisky, más conocido por su alias de Norman
Briski, ha sido un reconocido actor, hombre de cine y de teatro de origen
judío que hoy tiene 80 años de edad. Muy pocos saben que también participó
activamente en las filas del marxismo.
Su fecha de ingreso a la ideología
creada por Marx ocurre el 20 de abril de 1977, cuando ocupa un cargo en el Consejo
Superior del Movimiento Peronista Montonero (MPM), en ese momento en el exilio.
Y dentro de la estructura, será uno de los cuatro responsables de la Rama
Profesionales, Intelectuales y Artistas del MPM[2],
tocándole la Secretaría de Asuntos Internacionales.
La permanencia de Norman Briski en el MPM se extenderá
hasta 1979, año en que presenta su renuncia, decisión que comparte con Rodolfo
Gabriel Galimberti, Secretario de la Rama Juvenil del MPM.
De todos modos, Briski nunca perdió
el caudal doctrinario que lo empujó a ser parte del marxismo terrorista, y, de
ello, condescendiente con algunos postulados de sus primos hermanos los anarquistas.
Radowitsky fue recordado desde los cuatro costados, al igual que las
denigraciones volcadas sobre la humanidad del malogrado coronel Ramón L.
Falcón.
El 7 de diciembre de 2003, y
valiéndose únicamente de medios ilegales, Norman Briski –en representación de
Celia Guevara de la Serna, la hermana del “Che”
Guevara- junto con el historiador anarquista Osvaldo Jorge Bayer, encabezaron
un acto animado por grupúsculos izquierdistas y anarquistas que procedió a ‘modificar’
el nombre de la plaza “Ramón L. Falcón” del barrio porteño de Floresta, para ‘rebautizarlo’
por el de plaza “Che Guevara”…
La fecha de la forzosa modificación
(7 de diciembre) no fue obra del azar, y tal como sucedió con el atentado
fallido del día de ayer, 14 de noviembre, justo cuando se cumplía un nuevo
aniversario del asesinato del coronel Falcón, fue un 7 de diciembre pero de
1934 cuando se implementó en Uruguay la Ley de Indeseables que le ocasionó a
Radowitzky el tener que ir a prisión a la isla de Flores. Al ser el anarquismo
una Internacional, poco interesan las particularidades -en este ejemplo,
constitucionales-, que tenga cada país: Simón Radowitzky es una figura venerada
en el mundo del anarquismo y está dentro de la perversa galería de prohombres
de su olimpo.
Y mientras no se sepa la historia en
sus pequeños detalles, entonces seremos los argentinos los únicos sonsos y
estúpidos que nos quejaremos del rebrote terrorista de los anarquistas pero
aplaudiremos, o sonreiremos a lo sumo, cuando veamos a través de la pantalla
una humorada de Norman Briski en alguna vieja película por el Canal Volver.
Por Puñal Mazorquero
[2] En marzo/abril de 1978, figuraban en esta Rama del
MPM, aparte de Briski, los delincuentes terroristas Dr. Rodolfo Puiggrós
(Primer Secretario), Dr. Holver Martínez Borelli (Secretario Adjunto) y la Dra.
Sylvia Bermann (Secretaria de Organización).
No hay comentarios:
Publicar un comentario