Gabriel Cavallo, ex camarista de la Sala I de la Cámara Federal. Desde hace algunos años se erige como auténtico exponente de la justicia garantista subvertida que, gracias a la democracia liberal-marxista, fue impuesta por las teorías del italiano Antonio Gramsci. En el mismo orden de cosas, la Sala I también dictaminó que los crímenes terroristas efectuados por la Organización Montoneros en los 70, no sean declarados de lesa humanidad. Entre las primeras noticias de alto impacto que sacudieron los novatos días del año 2009, hubo una que debe llamarnos la atención por ser reiterativa y, obviamente, trágica, y nos referimos a los asesinatos que una justicia garantista local oportunamente dominante produce en las ciudades de la Patria. De unos momentos a otros, en el barrio porteño de La Boca murieron asfixiados 6 niños por el fuego desatado en unas instalaciones usurpadas que unas cuantas familias de pobrísima condición social adoptaron como "vivienda".
Este hecho intentó ser matizado con el palabrerío lamentable de los periodistas del sistema, quienes, por un lado, enviaron un mensaje lastimoso por "aquellos que no tienen donde ir a parar y que ocupan un predio", y, del otro lado, dosificaron el tenor de la tragedia argumentando que "alguien se debería ocupar de los pobres que no pueden pagar un alquiler o una vivienda digna". Pero, como siempre, omitieron ir al meollo de la cuestión, esto es, criticar, rechazar y denunciar a los jueces garantistas que permiten la usurpación de terrenos, casas o edificios sin que, en contrapartida, haya sanción o aplicación de ley alguna. Obviando desenmascarar, pues, a los garantes del caos y la anarquía reinantes a nivel jurídico, en el futuro inmediato tendremos otros casos más como el del barrio de La Boca, con sus víctimas y su destrucción, al tiempo que la impunidad seguirá resguardando el "buen nombre" y "honor" de los fiscales, camaristas y jueces que destruyen el orden de la sociedad.
GRAMSCI Y LA PREVIA TOMA DE CONCIENCIA
Por supuesto que considerar una usurpación como si tuviera carácter de "legalidad", además de significar un rompimiento profundo para cualquier ordenamiento social, es una clara invención de la ideología subversiva de Antonio Gramsci. Si la población no ha expresado su repudio a esta clase de legislación permisiva, esto se debe a la incansable labor que, aquí en nuestro país, cumplen los discípulos del gramscismo.
En el caso particular que nos convoca -subversión de la ley-, el marxista italiano prevé que para que exista una revolución duradera y eficaz, antes debe haber una "previa toma de conciencia, y que ésta se origina y desenvuelve en el ámbito de la superestructura", señala el Padre Alfredo Sáenz en su obra "Antonio Gramsci y la Revolución Cultural". Es que para Gramsci, la superestructura "es la interdependencia recíproca de la Sociedad Civil [hegemonía] y de la Sociedad Política [dominio]", y que dentro de la superestructura actúan, entre otros, el ordenamiento jurídico, que es de lo que estamos hablando aquí. Y sigue aclarando el Padre Sáenz la estrategia terrorista de Gramsci: "Por eso la importancia que, a diferencia de Marx, [Gramsci] atribuye a la superestructura. No es cambiando las relaciones económicas como vamos a hacer la revolución, sino cambiando la superestructura [y nosotros agregamos, cambiando, por ende, el ordenamiento jurídico], es decir, creando ante todo una nueva hegemonía que transforme la sociedad; luego vendrá la conquista del Estado, pero ésta deberá pasar por la transformación de la sociedad civil en la que el Estado se apoya". Y con suma habilidad y perversión, Gramsci sabe que ningún Estado asegura su gobernabilidad si no cuenta con el apoyo de la sociedad que, en el caso del gramscismo, fue previamente transformada y que exigirá, ya subvertida, que el Estado cumpla con lo que le pida.
Si consideramos, por ejemplo, los rumores que presagian el seguro advenimiento de la legalidad de las drogas, veamos qué actitud acusa la sociedad. Por no quedar tipificados como "fachos" o "nazis" o "genocidas", abuelas de familia, profesionales y hasta jóvenes adultos parecen aceptar la novedosa legislación que da un amplio beneficio a los consumidores de estupefacientes pero, resulta que, cuando ocurre una seguidilla de asaltos, esos mismos exponentes que avalan la legalización de las drogas endilgan el incremento de la inseguridad a "la circulación de la droga en las calles". Entonces, ¿en qué quedamos? ¿Aceptan el libertinaje que desatan en los seres humanos las sustancias tóxicas o quieren seguridad en y para las ciudades? Allí está presente, por lo tanto, el engaño y el ardid de la teoría subversiva de Antonio Gramsci. Una mayoría yace transformada y con una idea subvertida que acepta sin discusión, y de esa misma idea subversiva, la clase dirigente (el Estado) se hace eco y la impone por ley.
Otro caso similar es el que aconteció no hace mucho, cuando la confundida opinión pública se quejó a gritos de por qué la Justicia había liberado a Alfredo Astiz y a Jorge "el tigre" Acosta. ¿Qué hizo, entonces, el poder político? Dio marcha atrás, y los liberados tuvieron que volver a su antigua situación de detenidos. Como bien expresaba el marxista subversivo Gramsci, "ningún Estado asegura su gobernabilidad si no cuenta con el apoyo de la sociedad"...
"OCUPAR TIERRAS POR NECESIDAD"
Lógicamente que las teorías destructivas de Gramsci alguien las aplica. Revisando en el archivo, nos encontramos que algunos hombres de la "Justicia" argentina de inconfundible tinte garantista, emanan de la Sala I de la Cámara Federal. Y componen dicha instancia jurídica, los siguientes delincuentes y Altos e Infames Traidores a Dios y la Patria:
Estos tres forajidos, casi a finales de diciembre de 2007, sentaron un precedente que permitía que persona alguna usurpe un terreno por "necesidad". En la nota del diario "La Nación" del 27 de diciembre de ese mismo año, se afirmaba que "La Cámara Federal confirmó el sobreseimiento a una mujer acusada de usurpar un terreno lindero a la ex línea ferroviaria Mitre al considerar que no cometió delito porque estaba imposibilitada de acceder a una vivienda digna".
Con la excusa de la "necesidad" para poder ocupar ilegalmente un terreno ajeno, los camaristas Freiler, Cavallo y Farah dijeron que "Resulta rayano a lo perverso exigir que se acredite que quien ocupaba la propiedad lo hacía en una situación de estado de necesidad justificante o de inculpabilidad".
El caso de diciembre de 2007, el cual, repetimos, sentó un peligroso antecedente que hoy florece en varios casos de edificios tomados o casas usurpadas en la ciudad de Buenos Aires básicamente, comenzó a tomar forma cuando una mujer, Cristina Capristo, ocupó parte de los terrenos linderos a las líneas del ferrocarril Mitre, e instaló allí una casilla precaria. Que al cabo de poco tiempo, el lugar "terminó ocupado por entre diez y 12 viviendas con paredes de mampostería y chapa, techos del mismo material, piso de cemento, agua corriente y luz eléctrica", dice la nota de "La Nación".
Los integrantes garantistas de la Sala I de la Cámara Federal, habían cuestionado, además, que "el argumento del fiscal Carlos Cearras, quien había apelado el sobreseimiento dictado [a la intrusa Capristo] por Oyarbide porque no consideró probado el estado de necesidad de la mujer"...
Es decir, que, recién la sociedad y la justicia garantista quizás lamenten tanta anarquía cuando, como en el caso de la muerte de 6 criaturas, mueran arrollados por las formaciones de los trenes los que hoy, en enero de 2009, todavía siguen viviendo a orillas de las vías de ferrocarril Mitre, detrás del paredón del cementerio de la Chacarita, a pocos metros del cruce de las avenidas Warnes y Garmendia. Aunque ya habrá sido demasiado tarde, como siempre.
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