miércoles, 21 de abril de 2010

SUBVERSIVOS MARXISTAS: ¿INOCENTES “JOVENES IDEALISTAS” O SOLDADOS CON EJERCITOS PROPIOS Y GUERRA DECLARADA? (PARTE I)

Imagen poco difundida del ERP. Se aprecia en la imagen un estandarte y soldados subversivos de la Compañía de Monte "Ramón Rosa Giménez", en los montes tucumanos. Nada de "jóvenes idealistas".

Digamos de entrada que, en los años de 1970, sí hubo una guerra y dos bandos bien definidos que se enfrentaron para ver cuál de ellos predominaba y dirigía los destinos del país. La guerra civil, tal como se la caracteriza en la Escuela Superior de Guerra de la Nación, tuvo, a nuestro entender, 3 etapas bien definidas, a saber:

A) GENESIS DEL CONFLICTO (1970-1972): Se distinguen dos bandos, uno conformado por las fuerzas militares de ideología liberal, y el otro constituido por fuerzas subversivas marxistas y trotskistas. El primer episodio que desencadenó la guerra civil pudo haber sido el dudoso asesinato de Pedro Eugenio Aramburu (ver:
http://ciriaco-cuitinio-vuelve.blogspot.com/2008/05/los-hermanos-abal-medina-tragica.html).

B) PACIFICACION Y ‘ENTRISMO’ (1973-1974): Aunque el ‘entrismo’ comenzó en 1971 cuando Rodolfo Gabriel Galimberti fue a visitar a Juan Perón en Madrid, a quien le pidió apoyo para la Organización Montoneros que estaba siendo perseguida por las administraciones de la autodenominada “Revolución Argentina”, aquella táctica marxista se profundizó con la vuelta del peronismo al poder en mayo de 1973. Luego, al asumir Raúl Lastiri (13 de julio de 1973) y Juan Perón (12 de octubre de 1973) el ‘entrismo’ fue combatido por ley, resultando de ello una relativa disminución tanto de los asesinatos de oficiales de las FF.AA. como de los subversivos marxistas. Un acérrimo enemigo del peronismo, Hugo Gambini, le adjudica a los nueve meses que gobernó el último Perón la identificación de “quince cadáveres” de subversivos marxistas, una cifra ínfima en comparación a lo que vino luego de su muerte (1° de julio de 1974).

C) DESARROLLO Y FINAL (1975-1982): El fallecimiento de Perón desencadenó las pasiones de la izquierda y la derecha del movimiento que fundó. Y ya ni siquiera el Operativo “Independencia”, ordenado bajo un gobierno constitucional, pudo ofrecer garantías para combatir a las organizaciones guerrilleras mediante la aplicación de reglamentos y bajo la rigurosidad de las leyes. La presión de las cúpulas de las FF.AA. hizo el resto: golpe de Estado, aniquilamiento del aparato productivo nacional y prolongación del conflicto ya devenido en guerra civil. La Guerra de Malvinas en 1982, apaciguó los ánimos y allanó el camino al sistema democrático liberal-marxista que se imponía desde los centros de poder mundial para toda América.



¿Y SI JUGAMOS A LA GUERRA?

¿Qué es una guerra? La Enciclopedia Hispánica, Tomo 7 (Galileo-Histoquímica), página 232, Año 1991-1992, refiere el siguiente significado:

“Clásicas son las definiciones de guerra aportadas por el militar y teórico bélico prusiano Kart von Clausewitz: la guerra es un acto de fuerza para obligar al contrario al cumplimiento de la propia voluntad y la guerra es la simple continuación de la política por otros medios. En términos legales se establece que la guerra es la lucha armada entre estados, que tiene por objeto hacer prevalecer un punto de vista político a través del recurso a medios reglamentados por el derecho internacional”.

Al tipificar las guerras, en la página 237 se lee:


“Guerra revolucionaria. Resulta la guerra revolucionaria de la conjunción del binomio guerra-revolución y engloba en fases diferentes a las anteriores modalidades bélicas anteriormente descritas (Guerra fría; guerra clásica; guerra nuclear y guerra psicológica). La guerra revolucionaria es una lucha global de factores múltiples y heterogéneos, que no enfrenta estados sino ideologías y que envuelve una lucha militar, aunque lo esencial es el sentido político que la inspira”.

Tomando esta definición, decimos que las organizaciones subversivas marxistas que asolaron el país en los años 60 y 70 del siglo XX pusieron en práctica una guerra, o, si lo prefieren, una modalidad de guerra: la guerra revolucionaria. Clarísimo al respecto resulta el acta de fundación del ERP (Ejército Revolucionario del Pueblo), que, junto a la Organización Montoneros (de la que hablaremos en la PARTE II), fue de las entidades más belicosas y dañinas del período de tiempo mencionado. Veamos algunos extractos de la Resolución de fundación del ERP (29 y 30 de julio de 1970):

“Considerando:

“Que en el proceso de GUERRA REVOLUCIONARIA iniciado en nuestro país, nuestro Partido ha comenzado a combatir con el objetivo de desorganizar a las Fuerzas Armadas del régimen para hacer posible la insurrección del proletariado y el pueblo.

“Que las Fuerzas Armadas del régimen sólo pueden ser derrotadas oponiéndoseles un ejército revolucionario, el que por su naturaleza otorga la fuerza militar revolucionaria un carácter distinto al del Partido, debiendo reclutar aquélla al personal tanto dentro como fuera del Partido (…).

“Que durante toda una larga etapa, nuestra GUERRA REVOLUCIONARIA adquirirá formas guerrilleras, urbanas y rurales, extendida a distintas ciudades y zonas campesinas (…).

“Que el otro principio fundamental de GUERRA REVOLUCIONARIA a aplicar por nuestra fuerza militar es la ejecución de las operaciones militares con una línea de masas, es decir, orientada hacia la movilización de las masas y su participación directa o indirecta en la GUERRA.

“El V Congreso del PRT resuelve:

“1°- Fundar el Ejército Revolucionario del Pueblo y dotarlo de una bandera (…)

“5°- En la primera etapa de la GUERRA REVOLUCIONARIA, el Ejército Revolucionario del Pueblo estará compuesto por las siguientes fuerzas: a) unidades urbanas constituidas por los comandos armados organizados por el Partido y por los comandos armados extrapartidarios que acepten la disciplina del Ejército Revolucionario del Pueblo, etc., etc., etc.”.


El principio de la guerra revolucionaria, como vemos, estuvo plenamente aceptado desde la fundación misma del ERP. Esto quiere decir que, en efecto, hicieron una guerra los delincuentes subversivos. Pero agreguemos más datos sobre el tema. Tomamos otra fuente proveniente de la subversión: obra “Todo o Nada” de María Seoane, ex guerrillera del ERP. En la página 123 (Editorial Planeta Bolsillo, Junio 1997), expresa esto que sigue:

“El 29 de julio [de 1970] se discutió el tema central: cómo encarar la GUERRA REVOLUCIONARIA. La tarea era gigantesca, y requería de ese puñado de jóvenes un compromiso con sus ideales, una voluntad política y un sacrificio personal sin demasiados antecedentes históricos, excepto en las guerras por la independencia del siglo XIX, o de los militantes anarquistas, socialistas y comunistas de principios del siglo XX. Debían, primero, armarse; después, convencer a miles para que los siguieran, y luego disponerse a pelear por lo menos treinta años, no sólo contra el Ejército nativo sino también contra una fuerza de intervención que, estimaban, serían los marines norteamericanos”.

Por su parte, resulta muy valioso el testimonio que dio Luis Mattini (alias de Arnol Kramer) en 1987/1988, cuando María Seoane le preguntó acerca de cómo era la estructura militar del ERP, estructura que serviría para hacerle la guerra a las FF.AA. argentinas en los 70. Mattini, que fue comandante erpiano en el exilio europeo (1976/1980), manifestó que “la estructura del ERP como “ejército regular” consistió en la creación de grados militares: combatiente, sargento, teniente, capitán y comandante. Las escuadras debían tener de cinco a quince combatientes dirigidos por un sargento; el pelotón, de quince a treinta, conducidos por un teniente; la compañía, de treinta a noventa, bajo el mando de un capitán; y finalmente el batallón con cerca de doscientos guerrilleros bajo las órdenes de un comandante. Cada una de estas unidades tenía, además, como en el Ejército Rojo creado por León Trotsky, un jefe político, que era miembro del PRT”.

Como última referencia belicista de los integrantes del ERP, en las diversas ediciones de la publicación “Estrella Roja” salían los famosos Partes de Guerra emitidos por la conducción militar subversiva cada vez que se cometía alguna acción violenta o cuando se producían bajas a las FF.AA. y fuerzas de seguridad de la nación.

En la revista “Estrella Roja” N° 63, del 3 de noviembre de 1975, los editorialistas del ERP emplean léxicos por demás belicosos, llamando a la deserción del soldado conscripto, al cual calificaban como
“carne de cañón de la oficialidad asesina”. Se lee en un tramo: “Peor aún, una vez en el TEATRO DE GUERRA son mandados [los conscriptos] irresponsablemente al frente, obligándolos a intensos movimientos, extremadamente expuestos”. Ya a mediados de 1975, y en pleno desarrollo del Operativo “Independencia”, las máximas autoridades del ERP veían “conveniente la existencia de condecoraciones para (las) unidades, por cuanto ellas ayudan a cimentar el ESPIRITU DE CUERPO, creando una positiva tradición en el seno de las mismas”. (“Estrella Roja”, 28 de julio de 1975).

Para el caso del ERP, no hemos citado ninguna fuente del Ejército Argentino ni de alguna otra fuerza o institución armada de la Nación. Todo lo que hemos expuesto proviene del testimonio de ex delincuentes subversivos marxistas que formaron parte de la guerra revolucionaria que hoy pretenden esconder mediante sofismas o adjetivos dulcificados para los oídos de los “derecho-humanistas” de la sinarquía internacional.

Fin de la primera parte del informe.-

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