Un día como hoy la delincuencia subversiva marxista infiltrada en el Movimiento Nacional Justicialista asesinaba a balazos al secretario general de la CGT (Confederación General del Trabajo), José Ignacio Rucci. Con su muerte, el talón de Aquiles del último Perón quedaba desecho, evitando así la consolidación de la Argentina Potencia que había quedado trunca, con sus potencialidades a flor de piel, desde septiembre de 1955.
A partir del 25 de septiembre de 1973 -fecha del crimen-, la desestabilización será el verdadero caldo de cultivo para el accionar impune de las fuerzas de la sinarquía internacional en el suelo de la patria. El paso previo para la instauración de un nuevo golpe de Estado liberal que, digitado desde el exterior, hundió todavía más el anhelo y la reconstrucción de la Argentina federal, justa, libre y soberana.
El 1° de octubre de 1973, Juan Perón dio un discurso que por años casi no vio la luz, porque en el mismo hacía una condena explícita y cruda tanto contra el liberalismo como contra el marxismo. Era su primera alocución luego del asesinato de su hombre de confianza, José Ignacio Rucci. Con las palabras que transcribimos a continuación, Juan Perón remarcaba su Tercera Posición frente a los imperialismos de turno. Ni yanquis, ni marxistas:
“A diferencia de lo que muchos han creído, para mí el problema argentino es eminentemente político. Es precisamente por la permanencia en la inestabilidad política, por lo que se han acumulado los problemas que han venido preocupándonos en los demás órdenes, ya sean económicos, sociales, culturales, etcétera.
“El asesinato del secretario de la Confederación General del Trabajo no es sino la culminación de una descomposición política, que los hechos han venido acumulando a lo largo de una enconada lucha, que influyó sobre algunos sectores de nuestra juventud, quizá en momentos justificada, pero que hoy amenaza con tomar caminos que divergen totalmente de los intereses esenciales de la República por los cuales nosotros hemos de luchar a la altura de la responsabilidad que tenemos.
“No es secreto para nadie que en el campo político convergen situaciones internas y aún foráneas, que alimentan permanentemente las descomposiciones parciales de sectores que vienen amenazando al propio Estado, después de intentar en gran medida la descomposición del hombre argentino. Yo creo que tales tendencias, especialmente foráneas, son las que han provocado la mayoría de los problemas que nosotros debemos compulsar en la actualidad.
“Es indudable que el imperialismo capitalista como el imperialismo marxista, tienen tendidas sus líneas, no sólo en la República Argentina, sino en todos los países del mundo. Es que el peligro acuciante de una tierra desolada hace que cada uno de ellos lance sus miradas codiciosas sobre las grandes reservas que hoy subsisten en esta tierra.
“El problema de la comida y de la materia prima, impulsa ya a los superdesarrollazos a lanzarse a la conquista de las carencias futuras, y eso es precisamente de lo que nosotros tenemos obligación de defendernos desde ya, porque si dejamos que el tiempo pase, tendremos después que resignarnos a una desgracia, que indudablemente nos llegará a su turno.
“Tanto el imperialismo capitalista, como el imperialismo marxista –que a pesar de lo que muchos dicen existe también-, se sienten todos los días en todos los países de la tierra; unos pretendiendo entrar por una penetración económica y otros pretendiendo hacerlo por una penetración ideológica que, en ambos casos, resultará al final una ocupación política o una ocupación militar, como ya hemos presenciado en muchas partes del mundo.
“Son esas fuerzas las que han creado los signos de la ultraderecha y de la ultraizquierda. Una, de la cual nosotros hemos sentido –durante estos últimos años especialmente- la influencia en nuestra política, en nuestra economía, y en el estado social deficiente en que encontramos el país. La otra, que comienza a aparecer bajo una nueva faz, “la guerrilla”. A ambas yo las conozco, como he dicho otras veces, desde que eran naranjos, como el cuento del cura con el crucifijo.
“Tanto la ultraderecha, como la ultraizquierda, suelen estar juntas y a veces aliadas. Lo hemos visto en el terreno de la política internacional; Yalta, al terminar la guerra, es un ejemplo de ello, y Potsdam, cristalizando tratados que hicieron posible la ocupación de Santo Domingo con cuarenta mil marines, con el “OK” de los rusos; así como la ocupación de Checoslovaquia con las fuerzas del Pacto de Varsovia, con el “OK” de los yanquis.
“Y eso que se ve en el campo internacional, se reproduce en las luchas internas de los distintos países sometidos a la influencia de tales excrecencias ideológicas.
“Tenemos nosotros que enfrentar ese problema, porque es previo a poder encarar la reconstrucción. Todas las fuerzas políticas argentinas, sin excepción, nos han hablado de una liberación que nosotros compartimos, pero desgraciadamente, no todos han dicho de qué liberación se trata y cuál es el orden de la dependencia que es necesario suprimir.
“Para nosotros los justicialistas, tanto uno como otro de los imperialismos son ajenas a toda nuestra concepción ideológica. Nosotros pensamos en un mundo nuevo, donde han de resolverse los problemas mediante una universalización, que permita a la Tierra seguir subsistiendo ante el grave peligro a que está sometida. Pero queremos que esa universalización no sea ordenada por los imperialismos, ni realizada por ellos, porque entonces sabemos, a favor de quiénes se hará y quiénes sufrirán las consecuencias de lo que se haya hecho.
“El problema argentino, no es solamente argentino; es el problema del mundo, y ningún país escapa a él.
“Todos estamos bajo una amenaza común y todos tenemos enemigos comunes, las manifestaciones que aquí se producen las tenemos que vencer nosotros. Si no lo hacemos, no estaremos a la altura de nuestra responsabilidad.
“El asesinato del secretario de la Confederación General del Trabajo no es sino la culminación de una descomposición política, que los hechos han venido acumulando a lo largo de una enconada lucha, que influyó sobre algunos sectores de nuestra juventud, quizá en momentos justificada, pero que hoy amenaza con tomar caminos que divergen totalmente de los intereses esenciales de la República por los cuales nosotros hemos de luchar a la altura de la responsabilidad que tenemos.
“No es secreto para nadie que en el campo político convergen situaciones internas y aún foráneas, que alimentan permanentemente las descomposiciones parciales de sectores que vienen amenazando al propio Estado, después de intentar en gran medida la descomposición del hombre argentino. Yo creo que tales tendencias, especialmente foráneas, son las que han provocado la mayoría de los problemas que nosotros debemos compulsar en la actualidad.
“Es indudable que el imperialismo capitalista como el imperialismo marxista, tienen tendidas sus líneas, no sólo en la República Argentina, sino en todos los países del mundo. Es que el peligro acuciante de una tierra desolada hace que cada uno de ellos lance sus miradas codiciosas sobre las grandes reservas que hoy subsisten en esta tierra.
“El problema de la comida y de la materia prima, impulsa ya a los superdesarrollazos a lanzarse a la conquista de las carencias futuras, y eso es precisamente de lo que nosotros tenemos obligación de defendernos desde ya, porque si dejamos que el tiempo pase, tendremos después que resignarnos a una desgracia, que indudablemente nos llegará a su turno.
“Tanto el imperialismo capitalista, como el imperialismo marxista –que a pesar de lo que muchos dicen existe también-, se sienten todos los días en todos los países de la tierra; unos pretendiendo entrar por una penetración económica y otros pretendiendo hacerlo por una penetración ideológica que, en ambos casos, resultará al final una ocupación política o una ocupación militar, como ya hemos presenciado en muchas partes del mundo.
“Son esas fuerzas las que han creado los signos de la ultraderecha y de la ultraizquierda. Una, de la cual nosotros hemos sentido –durante estos últimos años especialmente- la influencia en nuestra política, en nuestra economía, y en el estado social deficiente en que encontramos el país. La otra, que comienza a aparecer bajo una nueva faz, “la guerrilla”. A ambas yo las conozco, como he dicho otras veces, desde que eran naranjos, como el cuento del cura con el crucifijo.
“Tanto la ultraderecha, como la ultraizquierda, suelen estar juntas y a veces aliadas. Lo hemos visto en el terreno de la política internacional; Yalta, al terminar la guerra, es un ejemplo de ello, y Potsdam, cristalizando tratados que hicieron posible la ocupación de Santo Domingo con cuarenta mil marines, con el “OK” de los rusos; así como la ocupación de Checoslovaquia con las fuerzas del Pacto de Varsovia, con el “OK” de los yanquis.
“Y eso que se ve en el campo internacional, se reproduce en las luchas internas de los distintos países sometidos a la influencia de tales excrecencias ideológicas.
“Tenemos nosotros que enfrentar ese problema, porque es previo a poder encarar la reconstrucción. Todas las fuerzas políticas argentinas, sin excepción, nos han hablado de una liberación que nosotros compartimos, pero desgraciadamente, no todos han dicho de qué liberación se trata y cuál es el orden de la dependencia que es necesario suprimir.
“Para nosotros los justicialistas, tanto uno como otro de los imperialismos son ajenas a toda nuestra concepción ideológica. Nosotros pensamos en un mundo nuevo, donde han de resolverse los problemas mediante una universalización, que permita a la Tierra seguir subsistiendo ante el grave peligro a que está sometida. Pero queremos que esa universalización no sea ordenada por los imperialismos, ni realizada por ellos, porque entonces sabemos, a favor de quiénes se hará y quiénes sufrirán las consecuencias de lo que se haya hecho.
“El problema argentino, no es solamente argentino; es el problema del mundo, y ningún país escapa a él.
“Todos estamos bajo una amenaza común y todos tenemos enemigos comunes, las manifestaciones que aquí se producen las tenemos que vencer nosotros. Si no lo hacemos, no estaremos a la altura de nuestra responsabilidad.
“Hemos demostrado ser hombres que no tenemos prejuicios ideológicos sobre ningún país ni sobre ninguna tendencia. Pero también tenemos una convicción simple sobre las conveniencias de nuestro país, las que hemos de tratar de imponer por todos los medios, convencidos de que ese es el único destino en cuya defensa está puesta toda nuestra responsabilidad”.
(Discurso pronunciado por el teniente general Juan Domingo Perón en el Salón Blanco de la Casa de Gobierno, ante gobernadores provinciales, 1° de octubre de 1973)
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