Desde que en mayo de
2012 el periodista Mariano Grondona tuvo un ACV (Accidente Cerebro Vascular)
que, prácticamente, lo marginó de la vida social y de los medios –lo último, de
modo paulatino-, poco es lo que se ha publicado sobre su figura, y mucho menos
sobre su prontuario político. Como sabemos que la memoria popular es frágil,
por eso los procesos suelen repetirse una y otra y otra vez, queríamos enumerar
algunos episodios en los que intervino para desgracia de nuestro país.
Al revés del denominador que emplea
el filósofo Alberto Buela sobre los periodistas, al llamarlos analfabetos locuaces, Grondona no era un
analfabeto. Tenía una buena formación inscripta en el liberalismo y en los
autores clásicos, y, de modo algo extraño, solía mechar entre sus columnas
periodísticas su cristiana posición y creencia. Estos han sido, por lo tanto,
los rasgos más salientes de su formación académica y filosófica. Pero en donde
ha cometido sus máximos dislates, ha sido en el ámbito de lo político.
Cuando a partir de 1966 se produjo
el golpe de Estado del general Juan Carlos Onganía contra el gobierno
constitucional de Arturo Umberto Illia, el joven Grondona se posicionó como su
escribiente; él le hacía los discursos que el militar enunciaba con firmeza. Y
el periodista salía a defender su gestión a capa y espada por las revistas más
famosas de esa época. Una década atrás, demostró su apego a la
inconstitucionalidad al enrolarse como Comando Civil al servicio de los popes
de la “Revolución Libertadora” que, finalmente, habrían de asestar un golpe de
Estado contra el presidente Perón en 1955. Un año antes, Grondona ya figuraba
como integrante de la Federación Universitaria de Buenos Aires (FUBA),
nucleamiento típico de la izquierda liberal enquistada en esa casa de altos
estudios desde los albores del siglo XX (1908, para ser exactos).
Entre 1974 y el 75, Grondona fue
apologista de José López Rega, el cual tuvo serios encontronazos con Alberto
Brito Lima, por eso el periodista/abogado suscribió una columna en el diario “La
Opinión” del judío sionista Jacobo Timerman, por febrero de 1974, en el que le
sugería a Perón que le restase apoyo al CdeO (Comando de Organización), la
estructura política del nombrado Brito Lima, tenaz enemiga de la marxista
Organización Montoneros.
Aliado incondicional de cuanto golpe
de Estado de signo liberal hubo en el siglo XX, Grondona apoyó la especulativa
política económica de José Alfredo Martínez de Hoz, al tiempo que lisonjeó las
figuras de los comandantes del Ejército que ejercieron la presidencia entre
1976 y 1983.
Famosa y triste es su genuflexión
para con los militares golpistas, como lo demuestra una columna de opinión en “El
Cronista Comercial” que redactó el 13 de septiembre de 1979, con motivo de la
llegada a nuestro país de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos
(CIDH):
“El Estado en verdad, puede violar
los derechos humanos de dos modos: por abusos o por ausencias de poder. En el
primer caso es el responsable directo del entuerto. En el segundo es el
responsable indirecto porque admite con su pasividad que el subversivo se enseñoree
del campo y administre el miedo. Desde los tiempos más antiguos la doctrina
política ha aceptado que hay solamente una situación aún peor que la tiranía:
la anarquía. En la anarquía no hay un tirano sino miles. Por evitarlos, por
obrar de otra manera, por creer que el derecho a la seguridad es un derecho
humano que el Estado debe proteger, los argentinos recibimos hoy la visita de
la CIDH. Esto es lo malo. Que están aquí porque somos derechos y humanos.”
Para cerrar con este delincuente que
hoy vegeta por la vida penando por sus fechorías, existió un caso de felonía
que involucró a Mariano Grondona como a la doctora Elisa Carrió.
En
el año 2002, Grondona vivía en una casa ubicada sobre la calle Juez Tedín del
barrio de Palermo, en Capital Federal. Al poco tiempo de consumado el
latrocinio denominado “Corralito Financiero”, Elisa Carrió fue a visitar a la
hermana de Eduardo Escasany para hacer una megadenuncia contra el entonces
titular del Banco Galicia. Sin embargo, antes de tal reunión con Marisa
Escasany, Marianito Grondona organizó
en su caserón una reunión secreta –una cena- entre él, Carrió y el delincuente
banquero Eduardo Escasany. ¿A los efectos de qué?
En
esa comida, en un momento dado, la hermana de Eduardo Escasany contó que a la “moralista”
Carrió le pusieron un paquete de dinero para evitar llevar a juicio al banquero
del Galicia. Carrió, de hecho, agarró la plata y frenó todo. El disfrute
posterior por tierras estadounidenses, en unas suculentas vacaciones, fue
bancado por ese dinero ilegal, producto de una postura traicionera llevada a
cabo en la casa del perverso Grondona.
Y
adaptándose a los nuevos tiempos del nuevo orden mundial, no tuvo empacho en
apoyar decididamente la sodomía del “matrimonio gay u homosexual”. Suficiente
con leer su editorial del diario liberal-conservador “La Nación” del jueves 15
de julio de 2010, titulado El
igualitarismo sexual.
Mariano
Grondona, señores. ¿Se acuerdan de él? Nosotros, sí.
2 comentarios:
Cuanto golpe de Estado liberal hubo en Argentina? Tienen cagada la cabeza los nacionalistas evidentemente. Son irrisorios, menos rigor académico que un cactus
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