Continuamos desnudando el aspecto masónico de Napoleón Bonaparte, y cómo se amparó, hasta donde pudo, del judaísmo bíblico, que luego le soltó la mano.
Existe una fecha exacta, el 4 de febrero de 1807, en la cual el emperador Bonaparte organizó un encuentro del Gran Sanedrín o Consejo de los Sabios, circunstancia extraordinaria luego del triunfo masónico de la Revolución Francesa liberadora del hombre judío. Recordarán los lectores que el Sanedrín estaba compuesto por 71 miembros hebreos presididos por un sumo sacerdote, y cuya función consistía en deliberar y hacer cumplir determinadas condenas. Como consejo, el Gran Sanedrín existió en tiempos de Jesucristo; es más, aparece mencionada su existencia en la Santa Biblia, por Mateo, en los siguientes términos: “Los príncipes de los sacerdotes y todo el sanedrín buscaban un falso testimonio contra Jesús para condenarle a muerte". El Sanedrín terminó por condenar a Nuestro Señor Jesucristo a ser crucificado sin piedad.
El Diccionario Esencial Santillana de la Lengua Española del año 1992, página 1095, da la siguiente definición de "Sanedrín": "1. Antiguo consejo y tribunal supremo de los judíos durante la dominación romana", "2. Lugar donde se reunía este consejo" y "3. Reunión de personas para tratar un asunto que se quiere mantener en secreto o solucionar en privado". Tomando esta última definición, la de reuniones en secreto, así parece haber organizado Napoleón Bonaparte el encuentro del Gran Sanedrín en 1807. Pero no era casual: el vizconde Francois-René Chateaubriand "parece convencido de que una de las "miras secretas" del emperador fue la de reconquistar Jerusalén", señala la obra "Historia Universal de las Sectas y Sociedades Secretas", de Pichon.
Sin embargo, entre marzo y julio de 1808 Napoleón se embarcaba en el dictado de unos decretos más bien restrictivos para los judíos, pues se le solicitaba obligatoriamente una suerte de certificado de moralidad a los comerciantes judíos, certificados que debían ser expedido por el consistorio de sus respectivas sinagogas. Una vez obtenido dicho certificado, a los judíos se les permitía obtener su patente de comerciantes y, al mismo tiempo, tomar un apellido. Este trámite se tenía que hacer dentro de los 3 meses de instalado cualquier judío en la Francia imperial. Como casi siempre en la historia, los judíos elegían los apellidos derivados del vocablo "raíz" y "radiación" (maier): Meyer, Mayer o Meier. También otros apellidos que derivaban de cohen, que en el judaísmo se le dice así al descendiente varón directo de Aarón (hermano de Moisés): Cohn, Kahn, Kehn, Cohen. En el Imperio napoleónico se contabilizaron un total de 78.993 judíos a finales de ese año 1808.
Resumiendo un poco, Napoleón Bonaparte si bien controló, en cierta medida, a los componentes sociales judaicos, por otra parte dejó que su población se incrementase hasta puntos insospechados. Mientras gobernó Bonaparte, los judíos crecieron bajo los cuidados de la Francmasonería que, como hemos visto en el posteo anterior, Napoleón fomentó y también dejó expandirse, y por ello los hebreos llegaron a posicionarse como Gran Maestres en varias de las logias, lugares que les proporcionó, a futuro, inmejorables posibilidades de crecimiento e influencia políticas. Y en lo económico también crecían.
Para cuando el emperador Bonaparte cayó en desgracia, hacia 1815, un nuevo actor, la banca hebrea Rothschild, se erigía como "el poder invisible" no solamente de Francia sino del resto de Europa. Luego de la era napoleónica, muchos judíos se convirtieron en financistas, funcionarios y juristas. Este era el triunfo económico. El contemporáneo de Napoleón Bonaparte, Jules Michelet, así veía la nueva etapa del poder financista hebreo: "Bonaparte había muerto; del siglo de hierro había nacido el siglo de plata a consecuencia de los préstamos que se hizo para la guerra, incluso en plena paz, y para todo... Los judíos, que hasta entonces estaban en República, se constituyeron en doble realeza. Los judíos alemanes, y más tarde los del Midi, crearon dos depósitos a los que fueron a desembocar los capitales".
LA TRAICION DE LA FINANZA DEL "PUEBLO ELEGIDO" Y SURGIMIENTO DEL 'JUDIO RACIONALISTA'...
Jesucristo es sentenciado por el Sumo Sacerdote del Gran Sanedrín a morir crucificado. Antes de que ello ocurra, los hebreos le pegaron y escupieron a Cristo. Se observa a soldados romanos sujetando al hijo de Dios en la Tierra. El Consejo de los Sabios continuó existiendo, a tal punto que Napoleón Bonaparte permitió que se reúna con fecha 4 de febrero de 1807.
Inmediatamente después de caído Napoleón, James Mayer Rothschild creemos que fue apodado como el "banquero de la Santa Alianza", aunque sí tenemos la certeza de que fue él el creador de la rama financiera Rothschild en Francia. En la obra que antes señalábamos se lee lo que sigue: "Europa entera no había podido acabar con el conquistador [Napoleón]; pero los fondos judíos derramados sobre los ejércitos de la Alianza daban cuenta de él. Primera traición de una larga serie que acabaría convirtiendo al israelita en perseguidor del musulmán, su más fiel protector. De esa época data el nombre de nazi -de nazirim- dado al judío de Alsacia por el artesano desposeído, y que, poco después hizo suyo el árabe argelino".
Por los acontecimientos sucedidos con posterioridad al auge del capital financiero de los Rothschild, bien podría considerarse a éstos como los principales agentes "del envilecimiento progresivo, primero espiritual, luego moral, de la civilización".
Al mismo tiempo que surgía el inmenso poder de las finanzas hebreas, vemos el nacimiento de lo que se da en llamar "el judío racionalista". El mismo criticó cualquier tipo de mesianismo, fue, diremos, el acusador público de todos los mesianismos que hasta entonces la humanidad pudo haber puesto en práctica, pero jamá renunció a su propio mesianismo, que fue el que triunfó sobre el de los demás.
Ahora, ¿cómo fue que el fanatismo mesiánico del "judío racionalista" se impuso por sobre el de los demás? La obra "Historia de las Sectas y..." así lo precisa: "La técnica resultaba muy sencilla y la empleaban en todas partes. Al despreocupado, al loco, al erótico -e incluso al héroe-, el judío racionalista opone el "crédito", sabiendo que el imprudente no podrá ni hacer honor a la deuda, ni pagar el interés, más o menos usurario, previsto en el contrato. Luego, llegado el vencimiento, desposee, con toda la legalidad, al poeta o al soldado, así como al indio y al árabe, y demuestra de este modo, sin discusión posible que, en efecto, le asiste la razón. Es así cómo a partir del advenimiento de Rothschild, no hay otro derecho que lo que se debe, racionalización extrema de la intuición de Jacob".
Napoleón Bonaparte, mezclado con la Francmasonería de ritos galos, y demostrando sus simpatías hacia el judío que recién se 'liberaba' por la espantosa acción de la Revolución Francesa, había sido engañado y por eso terminó como ya lo sabemos: desterrado, silencioso y sin nada, tras haberlo conseguido todo.
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