Otra vez vuelve a mermar la memoria colectiva del pueblo argentino, tan lúcida, al parecer, para recordar sucesos pequeños que los medios masivos de comunicación se empeñan en fomentar con fuerza descomunal. El pasado 15 de abril se cumplió un nuevo aniversario de lo que bien podríamos dar en llamar como "el primer atentado terrorista subversivo" de los últimos sesenta años de historia nacional.
Fue aquél mismo día pero del año 1953 cuando dos bombas de fabricación casera fueron detonadas durante un discurso a plaza llena del teniente general Juan Domingo Perón, en la plaza de Mayo. El motor de aquella concurrencia había sido promovido por la entonces honesta C.G.T. (Confederación General del Trabajo).
La primera explosión tuvo su epicentro en las instalaciones del Hotel "Mayo", que se situaba en la intersección de las calles Hipólito Yrigoyen y Avenida Rivadavia, a metros de la histórica plaza. De acuerdo a estimaciones y crónicas de los periódicos y revistas de la época, esta primera bomba contenía entre 30 y 50 cartuchos de gelignita. En esos días, dicho hotel se encontraba en refacciones, por lo que nada le costó a los terroristas infiltrarse en las obras y dejar depositado allí el artefacto explosivo.
La segunda explosión fue más estruendosa y mortífera. Detonó en la estación "Plaza de Mayo" de la línea "A" de subterráneos con una carga de 100 cartuchos de gelignita, y fue aquí donde se produjo la mayor cantidad de víctimas fatales. Una tercera bomba, que había sido puesta por los delincuentes criminales también dentro del Hotel "Mayo", y que contenía 50 cartuchos de gelignita, no estalló, que de haberlo hecho mayores daños habría provocado en el pueblo reunido para escuchar la oratoria de Perón.
El presidente de la Nación debió interrumpir, lógicamente, su discurso ante tamaña manifestación de la incivilidad, acuñando algunas frases, a nuestro juicio, lógicas para esos momentos de caos, muerte y barbarie. Llamaba a los descamisados de la Patria, quienes desde hacía un rato gritaban "¡lena, leña, leña!", a que "eso de la leña que ustedes me aconsejan, ¿por qué no empiezan ustedes a darla?".
El teniente general Perón dijo en esa misma ocasión, que los responsables serían individualizados, y de hecho fue así. Los cobardes asesinos fueron identificados y llevados a la cárcel. Confesaron sus crímenes, y la historia ha sabido sus nombres: Carlos Alberto González Dogliotti, Arturo Mathov y Roque Guillermo Carranza.
La estúpida desmemoria del pueblo en su conjunto, más la "justicia" parcial que juzga solamente algunos crímenes contra la humanidad -léase, los llevados a cabo únicamente contra la delincuencia subversiva de los años 60 y 70-, permitió que los terroristas delincuentes de abril de 1953 ocuparan, en las décadas siguientes, cargos políticos preponderantes, algunos de los cuales fueron amparados por el masón y gramsciano "padre de la democracia" Raúl Ricardo Alfonsín Foulkes...
Roque Guillermo Carranza fue ministro de Alfonsín en dos oportunidades: A) fue ministro de Obras y Servicios Públicos de 1983 al 25 de mayo de 1985, y B) fue ministro de Defensa desde el 27 de mayo de 1985 hasta el 8 de febrero de 1986. Además de eso, hoy, en pleno siglo XXI, una estación de subterráneos de Capital Federal lleva el nombre de este criminal demente. Hablamos de la estación "Roque Guillermo Carranza" de la línea "D" de subtes de la ciudad capital, que fuera inaugurada poco después de su tranquila muerte, el 29 de diciembre de 1987 por el forajido Raúl Ricardo Alfonsín Foulkes. Un dato más: el nombre "Roque Carranza" reemplazó al de "General Savio", que fue el primer nombre puesto para dicha estación. Un militar patriota e industrialista por un delincuente subversivo terrorista...
Arturo Mathov, por su parte, llegó a ser diputado nacional por la UCRP (Unión Cívica Radical del Pueblo), cuando los años de la década de 1960 y en tiempos de la presidencia de Arturo Frondizi. No hay dato precisos acerca del tercer implicado en los atentados de 1953, Carlos Alberto González Dogliotti.
Juzgado con infamante malicia y desacierto como "dictador", o bien, tildado su gobierno como de "tiranía", Juan Domingo Perón logró encarcelar a los 3 delincuentes para, finalmente, ser aministiados por aquél en junio de 1955. Una actitud lo suficientemente "déspota" y "tiránica" la del general Perón...
Ante el quincuagésimo sexto (56°) aniversario de los execrables atentados que dejaron un saldo de 5 civiles muertos (Santa Festigiata de D'amico -84 años de edad-, Mario Pérez, León David Roumeaux, Osvaldo Mouché y Salvador Manes), 93 personas heridas y 19 con lesiones de por vida, las mentadas "organizaciones de DD.HH." de signo marxista no han salido en defensa de los familiares de los damnificados cegados por las explosiones de antaño. Ni siquiera se los recuerda a aquéllos.
Fue aquél mismo día pero del año 1953 cuando dos bombas de fabricación casera fueron detonadas durante un discurso a plaza llena del teniente general Juan Domingo Perón, en la plaza de Mayo. El motor de aquella concurrencia había sido promovido por la entonces honesta C.G.T. (Confederación General del Trabajo).
La primera explosión tuvo su epicentro en las instalaciones del Hotel "Mayo", que se situaba en la intersección de las calles Hipólito Yrigoyen y Avenida Rivadavia, a metros de la histórica plaza. De acuerdo a estimaciones y crónicas de los periódicos y revistas de la época, esta primera bomba contenía entre 30 y 50 cartuchos de gelignita. En esos días, dicho hotel se encontraba en refacciones, por lo que nada le costó a los terroristas infiltrarse en las obras y dejar depositado allí el artefacto explosivo.
La segunda explosión fue más estruendosa y mortífera. Detonó en la estación "Plaza de Mayo" de la línea "A" de subterráneos con una carga de 100 cartuchos de gelignita, y fue aquí donde se produjo la mayor cantidad de víctimas fatales. Una tercera bomba, que había sido puesta por los delincuentes criminales también dentro del Hotel "Mayo", y que contenía 50 cartuchos de gelignita, no estalló, que de haberlo hecho mayores daños habría provocado en el pueblo reunido para escuchar la oratoria de Perón.
El presidente de la Nación debió interrumpir, lógicamente, su discurso ante tamaña manifestación de la incivilidad, acuñando algunas frases, a nuestro juicio, lógicas para esos momentos de caos, muerte y barbarie. Llamaba a los descamisados de la Patria, quienes desde hacía un rato gritaban "¡lena, leña, leña!", a que "eso de la leña que ustedes me aconsejan, ¿por qué no empiezan ustedes a darla?".
El teniente general Perón dijo en esa misma ocasión, que los responsables serían individualizados, y de hecho fue así. Los cobardes asesinos fueron identificados y llevados a la cárcel. Confesaron sus crímenes, y la historia ha sabido sus nombres: Carlos Alberto González Dogliotti, Arturo Mathov y Roque Guillermo Carranza.
La estúpida desmemoria del pueblo en su conjunto, más la "justicia" parcial que juzga solamente algunos crímenes contra la humanidad -léase, los llevados a cabo únicamente contra la delincuencia subversiva de los años 60 y 70-, permitió que los terroristas delincuentes de abril de 1953 ocuparan, en las décadas siguientes, cargos políticos preponderantes, algunos de los cuales fueron amparados por el masón y gramsciano "padre de la democracia" Raúl Ricardo Alfonsín Foulkes...
Roque Guillermo Carranza fue ministro de Alfonsín en dos oportunidades: A) fue ministro de Obras y Servicios Públicos de 1983 al 25 de mayo de 1985, y B) fue ministro de Defensa desde el 27 de mayo de 1985 hasta el 8 de febrero de 1986. Además de eso, hoy, en pleno siglo XXI, una estación de subterráneos de Capital Federal lleva el nombre de este criminal demente. Hablamos de la estación "Roque Guillermo Carranza" de la línea "D" de subtes de la ciudad capital, que fuera inaugurada poco después de su tranquila muerte, el 29 de diciembre de 1987 por el forajido Raúl Ricardo Alfonsín Foulkes. Un dato más: el nombre "Roque Carranza" reemplazó al de "General Savio", que fue el primer nombre puesto para dicha estación. Un militar patriota e industrialista por un delincuente subversivo terrorista...
Arturo Mathov, por su parte, llegó a ser diputado nacional por la UCRP (Unión Cívica Radical del Pueblo), cuando los años de la década de 1960 y en tiempos de la presidencia de Arturo Frondizi. No hay dato precisos acerca del tercer implicado en los atentados de 1953, Carlos Alberto González Dogliotti.
Juzgado con infamante malicia y desacierto como "dictador", o bien, tildado su gobierno como de "tiranía", Juan Domingo Perón logró encarcelar a los 3 delincuentes para, finalmente, ser aministiados por aquél en junio de 1955. Una actitud lo suficientemente "déspota" y "tiránica" la del general Perón...
Ante el quincuagésimo sexto (56°) aniversario de los execrables atentados que dejaron un saldo de 5 civiles muertos (Santa Festigiata de D'amico -84 años de edad-, Mario Pérez, León David Roumeaux, Osvaldo Mouché y Salvador Manes), 93 personas heridas y 19 con lesiones de por vida, las mentadas "organizaciones de DD.HH." de signo marxista no han salido en defensa de los familiares de los damnificados cegados por las explosiones de antaño. Ni siquiera se los recuerda a aquéllos.
No hace falta aclarar que solamente "algunas" muertes son consideradas en el terreno político, como que es cierto también que hay muertes y asesinatos "distintos" entre sí, según la óptica reprobable de los que ganan dinero con los decesos en este terreno. Unos tienen prensa, los otros no. La abundancia o carencia de billetes puede que sea la variable que indica o señala una u otra alternativa.
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