Antes de
responder la pregunta retórica del título, debemos señalar lo siguiente: que
dentro de la inmensa mediocridad y pusilanimidad que hoy tiene, como valor
intrínseco, la clase dirigente política argentina, la Dra. Elisa María Avelina Carrió
plantea, muy de vez en cuando, y ante los medios ‘políticamente correctos’,
algunos términos que reflejan un cierto conocimiento real de las cosas –en este
caso, de la política en sí-.
Fueron al menos dos las ocasiones que empleó Carrió en los mass media para esbozar el término “Masonería”, la primera vez el
27 de octubre de 2015 y la segunda el 22 de mayo de 2017. En ambas citas, se
interpretó un empate virtual respecto a la opinión personal que tiene la
abogada chaqueña sobre dicha sociedad secreta, en el sentido de, por un lado,
perdonar su intervención cuando la batalla de Pavón en 1861, y, del otro, denostarla por amparar, entre sus miembros, a delincuentes de la talla del
integrante de la Corte Suprema de Justicia de la Nación, Dr. Ricardo Luis Lorenzetti.
Pero veamos en detalle ambas intervenciones de Elisa Carrió para mejor
atender a la pregunta del título de esta nota.
Entrevistada
por el periodista Alejandro Fantino en su programa “Animales Sueltos” por el
canal América TV, el 27 de octubre de 2015, Carrió dijo: “Yo soy urquicista […] Urquiza se retiró de Pavón por algo masónico,
pero dictando previamente una Constitución…”. Esto quiere decir, para la
hoy diputada nacional Carrió, que el general Urquiza efectivamente entregó el
país para que tenga una imperecedera matriz liberal, todo en aras para que la
Argentina glorifique un libro con letra muerta, porque nadie la cumple, que se
denomina Carta Magna o Constitución Nacional, sancionada por influjo del
entrerriano en 1853. Y según la interpretación de las palabras de Carrió, poco
interesaría que nuestra nación haya sido arrastrada hacia las políticas
mundiales dictadas por Gran Bretaña –que deseaba nuestra entrada al sistema
liberal- por acción directa de la Masonería local. Esto no tendría importancia
para ella; la batalla de Pavón fue, simplemente, por “algo
masónico”, nada más.
En
cambio, la segunda vez que apareció de sus labios el término “Masonería” fue
cuando la entrevistó Joaquín Morales Solá en su programa “Desde el llano”, que
se transmite por TN, el 22 de mayo de 2017. Esa noche, Elisa Carrió cambió su
aparente benevolencia hacia algo tan trágico y criminal como es la sociedad
secreta masónica. Dijo esa vez:
“Jueces federales viviendo en el mismo
country donde vivía [Álvarez] Meyendorff, que fue condenado y procesado por
tráfico de drogas, ¿no se dieron cuenta de nada nunca? […] El presidente de la
Corte [Lorenzetti] es muy amigo de De Vido. Mire, yo lo he visto bajar de un
piso, en avenida Del Libertador, donde vive Sergio Gotti –que es de los Gotti
que quedaron con Lázaro Báez-, al presidente de la Corte con De Vido, con
Lázaro […]
“Además voy a decir algo más fuerte,
que quizás me imputen ‘Carrió está delirando’, pero tengo los testigos. Se han
configurado diversos grupos a lo largo de la historia argentina, de especies de
logias, masonería, como en Uruguay, ¿no? Bueno, hay una [logia] que se llama
Roque Pérez. Y se llama My Friend. ¿Y
usted sabe que, me parece, que varios jueces federales, el Presidente de la
Corte [Lorenzetti] y otros, son My Friend?
Integran esa logia con empresas constructoras, con gobernadores…tengo los
lugares donde se reúnen, donde hacían los asados. Entonces, lo que la gente
tiene que entender es que esto es transversal […] Que acá la mugre es
transversal.”
Analicemos un poco el tema.
Esta vez, Carrió admite, por un lado, que la Masonería configuró las marionetas
del poder político y judicial de la Argentina a su antojo, de allí la mención
que hace de que “la mugre es transversal”.
Luego se sobreentiende de sus palabras que la Masonería enmugrece las cosas,
por lo tanto, es una sociedad secreta altamente negativa. Tercero, que la orden
masónica une a empresarios, jueces, políticos y banqueros sin interesar el tipo
de ideología que tengan, por eso, como decía alguien, la Masonería es uno de
los componentes de ese conglomerado en apariencia ilógico, pero real, llamado
Sinarquía.
En
días recientes, más concretamente el sábado 2 de diciembre de 2017, Elisa
Carrió amenazó con dejar el Frente Cambiemos, que lidera la fuerza política del
presidente Mauricio Macri, por el acuerdo que se estableció con Daniel Angelici
y el operador político Enrique Carlos Coti
Nosiglia a nivel judicial y político, respectivamente.
Nosiglia,
desde luego, emerge en todo esto desde las penumbras, donde siempre supo
moverse con total tranquilidad e impunidad, y al amparo de la fuerza política
que lo cobijó: la Unión Cívica Radical (UCR).
Por
otra parte, Nosiglia sigue siendo un personaje harto detestable de la democracia,
el cual, por su maquiavelismo, no dudó en ser hasta funcionario del ilegal
Proceso de Reorganización Nacional de 1976-1983. No obstante, lo intocable de
su ser se debe, justamente, a que es miembro de la Masonería, como el general
(R) Martín Balza, el conductor Silvio Soldán, Jorge Telerman, Sergio Bergman y
tantos otros figurones.
La
prueba más concreta de la pertenencia de Enrique Nosiglia a la Sinagoga extinta
-como le llamó el jesuita Monseñor León Meurin-, es lo acontecido el lunes 6 de
diciembre de 2004, cuando asistió a un restaurante de Costanera Norte, donde se
celebraba una cena de despedida del año de la Masonería Argentina. Nosiglia
compartió esa cena con Jorge Vallejos –entonces Gran Maestre de la Gran Logia
de la Argentina de Libres y Aceptados Masones, Daniel Hadad, Jorge Vanossi (ex
ministro de Justicia y DD.HH. en 2002), el diputado socialista Héctor Polino, el
abogado Ricardo Monner Sans, y los jueces federales Rodolfo Canicoba Corral y
Claudio Bonadio. Esta información la suministra, oportunamente, el diario “Clarín”
en una nota publicada el 8 de diciembre de 2004 bajo el título Jueces
y políticos de todo color en la cena findeañera de la masonería argentina.
Creemos
que la doctora Carrió sabe que Enrique Nosiglia es un masón delincuente de lesa
patria, y que su membresía le permite hacer sugerencias ‘de peso’ ante el presidente
Macri, los gobernadores provinciales o los ministros de la Nación. Práctica que
viene ejerciendo desde 1983 cuando se instauró la democracia, ese vil sistema
político en que se le hace creer al pueblo que tiene la potestad de tomar decisiones
de Estado emitiendo un papel llamado “voto” cada dos años.
Quedará
por saber, entonces, qué hay que hacer con la Masonería, ¿no es cierto, doctora
Carrió? Si se la destierra como el cáncer que es, o si, por el contrario,
seguiremos viviendo los argentinos bajo su yugo insoportable, ¿no es cierto,
doctora Carrió? Y un último interrogante: Usted, doctora, ¿está a favor o en
contra de la Masonería?
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