Este
Guillermo Patricio Kelly se había afiliado a la por entonces Alianza de la
Juventud Nacionalista en el año 1942, no teniéndose mucha información del cargo
que ocupara hasta 1946 cuando, al decir de Juan Ramón Queraltó, fue expulsado
de la organización que tres años antes pasó a denominarse Alianza Libertadora
Nacionalista (ALN).
Tras el apogeo del peronismo y las
posteriores turbulencias que evidenció en el enfrentamiento que tuvo con la
jerarquía de la Iglesia Católica argentina, en 1953 vuelve a reaparecer Kelly
entrando, esta vez, a las patadas y armado con un grupo de seguidores en el
local de ALN situado en avenida Corrientes y San Martín. Allí, echan por la
fuerza al nombrado Queraltó, y en su lugar se coloca Kelly como jefe de la
organización hasta la caída de Perón el 16 de septiembre de 1955.
Este hecho no fue maniobra de un
solitario aventurero: Para tener a sus pies la jefatura de la ALN se sirvió del
ex socialista y Ministro de Interior de Perón, Ángel Borlenghi, quien en su
enfrentamiento con el, ese sí, nacionalista Juan Queraltó, apoyó la atropellada
de Kelly para hacerse con el máximo escalafón de ALN. El personalismo de
Guillermo Patricio Kelly, lo llevó a echar mano del nombre, por eso la entidad
se llamó, desde entonces, Alianza Popular Nacionalista, quitándole, con tal
modificación, la esencia a la organización que, de alguna manera, ya no era “Libertadora”
de nada ni de nadie.
Con el golpe de Estado de la
“Revolución Libertadora”, Kelly va a sufrir la cárcel, experimentará la fuga y,
ya en un tramo de su vida donde fue muy poco visible, andará como ‘servicio’ a
sueldo por algunos países de Centro y Sudamérica.
Perón se enfurece con el dudoso
andar de Kelly por el mundo, pero más aún cuando, actuando en nombre del
peronismo, al que nunca sintió como su ideología, le hubo de frustrar en, por
ejemplo, algunas tramitaciones que tuvieron que ver con el fallido retorno de
Juan Perón a la Argentina, vía Brasil, en las postrimerías de 1964.
Volante de la Alianza Popular Nacionalista (ex ALN) en tiempos de Guillermo Patricio Kelly.
El episodio de su frustrado regreso
en el popularizado avión negro, no
fue un asunto menor, pues desde entonces tomaría forma el neoperonismo, la
figura de Vandor, los ‘acuerdistas’ dentro del gremialismo y, obviamente, las
reprimendas hacia el interior del amplio Movimiento Nacional Justicialista por
no tener, varios de sus cuadros, la sensibilidad necesaria como para
interpretar infaliblemente las órdenes de Perón.
Las cartas del período 1964/65
emitidas por Perón a todos los compañeros dispersados por el mundo son, de modo
alguno, de medular importancia, porque allí va esbozando, desde su óptica de
líder, quiénes flaqueaban, quiénes se mantenían leales y quiénes estaban movilizados
por intereses mezquinos o egoístas.
LAS CARTAS CONTRA KELLY
Las enormes
contradicciones establecidas por Guillermo Patricio Kelly mediante el periódico
“Alianza” durante la primera mitad de la década de 1960, hicieron prestar
atención a Perón y a sus dirigentes de segundas y terceras líneas. ¿Para quién
o quiénes jugaba Kelly? Todo era un misterio digno de los que se aventuran a
coquetear con las centrales de inteligencia.
Por lo dicho, vemos cómo en una
carta fechada en Madrid, España, del 20 de agosto de 1964, Juan Perón le manda una
misiva general en la cual esboza algunas directivas del Comando Superior
Peronista, resolviendo, en el punto 5, que
“Dado
que Guillermo Patricio Kelly con sus actitudes y la prédica hecha a través del periódico
“Alianza” continúa creando confusión y perturbación con la intención de dividir
al Movimiento; ratificar que el mismo no pertenece al Movimiento Peronista.”
A renglón seguido –punto 6-,
agregaba que “los compañeros peronistas
que no están en la traición y que pueden haber sido confundidos en su buena fe”
que abandonen “de inmediato cualquier
actividad dentro de los grupos mencionados anteriormente…”, entre los
cuales se hallaba el que se nucleaba entorno a la figura de Kelly y su
periódico “Alianza”.[1]
La última prueba documental del
desprecio y la duda que a Perón le generaba Guillermo Patricio Kelly, lo vamos
a ver en una carta que aquél le hizo llegar a Ramón Landajo desde Madrid, el 24
de marzo de 1965. O sea, casi tres meses luego del fracasado arribo de Perón a
la Argentina por impedimento del presidente de la Nación, Arturo Umberto Illia,
y su canciller Miguel Ángel Zavala Ortiz.
En el segundo párrafo del documento,
el ex presidente argentino le manda decir a Landajo:
“No
es menos espectacularmente ridículo el papel que han hecho los revolucionarios
que, junto con el traidor de Kelly, especularon con el voto en blanco que,
según ellos, pondría en evidencia la impopularidad de la conducción actual. En
los guarismos han quedado a la altura de Aramburu. Esta lección ha de servirles
para no seguir haciendo(se) los estúpidos por servir intereses personales
cuando no los de nuestros enemigos. El camino de los peronistas es el
entendimiento total de todos para alcanzar la unidad y solidaridad peronista
que pueda en el futuro presentarnos con la verdadera fuerza de que disponemos
para derrotar a nuestros enemigos en el campo en que la lucha se planteé, hasta
tanto estemos en condiciones de imponer métodos insurreccionales capaces de
arrimar soluciones definitivas y permanentes.”
Tal como afirmaba la revista Primera Plana en su
edición del 4 de febrero de 1964, “Las
historias de Guillermo Patricio Kelly -57 veces preso hasta 1964- aparece llena
de hechos espectaculares”, añadiendo, nosotros, que no solamente fueron “espectaculares”
sino también escabrosos y casi nunca esclarecidos. De allí la desconfianza que
siempre le dispensó Perón.
UNA SOLA BUENA ACCION
Lo único positivo
que se puede rescatar de Kelly se remonta al año 1969. El episodio transcurrió
en un camposanto porteño y ante un selecto público de lo más rancio del
liberalismo de cuño militar. La crónica, dice así:
“(…)
en el acto de la Recoleta en que se procedía al traslado de los restos del
general Ossorio Arana, se informó de la presencia de Aramburu y Rojas. Aquella
mañana [de 1969] Guillermo Patricio Kelly y Humberto Guidi, dos hombres a
quienes no se les puede negar capacidad de acción, se subieron al Campanario de
la Iglesia del cementerio y desde allí, ante los ojos de Aramburu, Rojas, el
general Lanusse y centenas de “gorilas” recalcitrantes, acusaron a los jefes de
la “Libertadora” de asesinato de patriotas inermes, de torturas y prisiones de
hombres y mujeres por el solo delito de ser peronistas”.[2]
Se remarca, en esta trifulca, que dos personas
solamente –Kelly y Guidi- se trenzaron a golpes de puño contra unos 600
asistentes –entre radicales, conservadores y uniformados- durante el recuerdo
funerario del teniente general Arturo Ossorio Arana[3],
cuyo sepulcro sirvió para tapar, con estatuaria grandilocuente y frases
moralistas, la anónima tumba de los mazorqueros Ciriaco Cuitiño y Leandro
Antonio Alen, a metros del famosa Basílica de Nuestra Señora del Pilar.
Kelly, de saco y corbata, reparte trompadas en las afueras del cementerio de La Recoleta, 1969.
Sin embargo, y como solía decir una
veterana militante justicialista, “cuando
Perón daba dos órdenes, éstas equivalían a tres porque había que leerlo entrelíneas”.
Por eso vemos, en la última página del periódico que refleja la pelea desigual
en La Recoleta, una lisonjera dedicatoria que Juan Perón hace a los responsables
del diario “Marchar”, cuyas editoriales eran suscriptas por su odiado Kelly.
Allí, el ex mandatario en el exilio, al pie de una imagen suya, les apoya con desbordante
efusividad:
“Para
el periódico “Marchar” con el deseo de que encamine su prédica contra la
antipatria y por la unidad del Pueblo Peronista. – Madrid, 2 marzo 1969 – Juan Perón.”
Punto, entonces.
Por Descamisado mazorquero
[1] En esa misma carta, Perón desautoriza como
pertenecientes al justicialismo al Movimiento Revolucionario Peronista, de
Héctor Villalón; y, a la Confederación de Agrupaciones Gremiales Peronistas.
La edición de
“Alianza” de junio de 1964, por tomar un número anterior a la fecha de la carta
emitida por Perón en agosto de ese año, leemos que protege a John William
Cooke (que cubanizó o marxistizó al peronismo), despotrica contra el
judaísmo, acusa al Plan CONINTES de “fascista” y publica a sus integrantes abrazándose con Andrés
Framini, creador en los 70 del siniestro Partido Peronista Auténtico, rama
partidaria de la terrorista Organización Montoneros. Es decir, todo un
berenjenal.
1 comentario:
Revisionismo historico se lleno zurdos y fachos de pensamiento autoritario.
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