viernes, 13 de abril de 2018

GUILLERMO PATRICIO KELLY EN LAS CARTAS DE PERON




Este Guillermo Patricio Kelly se había afiliado a la por entonces Alianza de la Juventud Nacionalista en el año 1942, no teniéndose mucha información del cargo que ocupara hasta 1946 cuando, al decir de Juan Ramón Queraltó, fue expulsado de la organización que tres años antes pasó a denominarse Alianza Libertadora Nacionalista (ALN).

            Tras el apogeo del peronismo y las posteriores turbulencias que evidenció en el enfrentamiento que tuvo con la jerarquía de la Iglesia Católica argentina, en 1953 vuelve a reaparecer Kelly entrando, esta vez, a las patadas y armado con un grupo de seguidores en el local de ALN situado en avenida Corrientes y San Martín. Allí, echan por la fuerza al nombrado Queraltó, y en su lugar se coloca Kelly como jefe de la organización hasta la caída de Perón el 16 de septiembre de 1955.

            Este hecho no fue maniobra de un solitario aventurero: Para tener a sus pies la jefatura de la ALN se sirvió del ex socialista y Ministro de Interior de Perón, Ángel Borlenghi, quien en su enfrentamiento con el, ese sí, nacionalista Juan Queraltó, apoyó la atropellada de Kelly para hacerse con el máximo escalafón de ALN. El personalismo de Guillermo Patricio Kelly, lo llevó a echar mano del nombre, por eso la entidad se llamó, desde entonces, Alianza Popular Nacionalista, quitándole, con tal modificación, la esencia a la organización que, de alguna manera, ya no era “Libertadora” de nada ni de nadie.

            Con el golpe de Estado de la “Revolución Libertadora”, Kelly va a sufrir la cárcel, experimentará la fuga y, ya en un tramo de su vida donde fue muy poco visible, andará como ‘servicio’ a sueldo por algunos países de Centro y Sudamérica.

            Perón se enfurece con el dudoso andar de Kelly por el mundo, pero más aún cuando, actuando en nombre del peronismo, al que nunca sintió como su ideología, le hubo de frustrar en, por ejemplo, algunas tramitaciones que tuvieron que ver con el fallido retorno de Juan Perón a la Argentina, vía Brasil, en las postrimerías de 1964.


Volante de la Alianza Popular Nacionalista (ex ALN) en tiempos de Guillermo Patricio Kelly.

            El episodio de su frustrado regreso en el popularizado avión negro, no fue un asunto menor, pues desde entonces tomaría forma el neoperonismo, la figura de Vandor, los ‘acuerdistas’ dentro del gremialismo y, obviamente, las reprimendas hacia el interior del amplio Movimiento Nacional Justicialista por no tener, varios de sus cuadros, la sensibilidad necesaria como para interpretar infaliblemente las órdenes de Perón.

            Las cartas del período 1964/65 emitidas por Perón a todos los compañeros dispersados por el mundo son, de modo alguno, de medular importancia, porque allí va esbozando, desde su óptica de líder, quiénes flaqueaban, quiénes se mantenían leales y quiénes estaban movilizados por intereses mezquinos o egoístas.

LAS CARTAS CONTRA KELLY

Las enormes contradicciones establecidas por Guillermo Patricio Kelly mediante el periódico “Alianza” durante la primera mitad de la década de 1960, hicieron prestar atención a Perón y a sus dirigentes de segundas y terceras líneas. ¿Para quién o quiénes jugaba Kelly? Todo era un misterio digno de los que se aventuran a coquetear con las centrales de inteligencia.

            Por lo dicho, vemos cómo en una carta fechada en Madrid, España, del 20 de agosto de 1964, Juan Perón le manda una misiva general en la cual esboza algunas directivas del Comando Superior Peronista, resolviendo, en el punto 5, que

            “Dado que Guillermo Patricio Kelly con sus actitudes y la prédica hecha a través del periódico “Alianza” continúa creando confusión y perturbación con la intención de dividir al Movimiento; ratificar que el mismo no pertenece al Movimiento Peronista.”

            A renglón seguido –punto 6-, agregaba que “los compañeros peronistas que no están en la traición y que pueden haber sido confundidos en su buena fe” que abandonen “de inmediato cualquier actividad dentro de los grupos mencionados anteriormente…”, entre los cuales se hallaba el que se nucleaba entorno a la figura de Kelly y su periódico “Alianza”.[1]


            La última prueba documental del desprecio y la duda que a Perón le generaba Guillermo Patricio Kelly, lo vamos a ver en una carta que aquél le hizo llegar a Ramón Landajo desde Madrid, el 24 de marzo de 1965. O sea, casi tres meses luego del fracasado arribo de Perón a la Argentina por impedimento del presidente de la Nación, Arturo Umberto Illia, y su canciller Miguel Ángel Zavala Ortiz.

            En el segundo párrafo del documento, el ex presidente argentino le manda decir a Landajo:

            “No es menos espectacularmente ridículo el papel que han hecho los revolucionarios que, junto con el traidor de Kelly, especularon con el voto en blanco que, según ellos, pondría en evidencia la impopularidad de la conducción actual. En los guarismos han quedado a la altura de Aramburu. Esta lección ha de servirles para no seguir haciendo(se) los estúpidos por servir intereses personales cuando no los de nuestros enemigos. El camino de los peronistas es el entendimiento total de todos para alcanzar la unidad y solidaridad peronista que pueda en el futuro presentarnos con la verdadera fuerza de que disponemos para derrotar a nuestros enemigos en el campo en que la lucha se planteé, hasta tanto estemos en condiciones de imponer métodos insurreccionales capaces de arrimar soluciones definitivas y permanentes.”



            Tal como afirmaba la revista Primera Plana en su edición del 4 de febrero de 1964, “Las historias de Guillermo Patricio Kelly -57 veces preso hasta 1964- aparece llena de hechos espectaculares”, añadiendo, nosotros, que no solamente fueron “espectaculares” sino también escabrosos y casi nunca esclarecidos. De allí la desconfianza que siempre le dispensó Perón.

UNA SOLA BUENA ACCION

Lo único positivo que se puede rescatar de Kelly se remonta al año 1969. El episodio transcurrió en un camposanto porteño y ante un selecto público de lo más rancio del liberalismo de cuño militar. La crónica, dice así:

            “(…) en el acto de la Recoleta en que se procedía al traslado de los restos del general Ossorio Arana, se informó de la presencia de Aramburu y Rojas. Aquella mañana [de 1969] Guillermo Patricio Kelly y Humberto Guidi, dos hombres a quienes no se les puede negar capacidad de acción, se subieron al Campanario de la Iglesia del cementerio y desde allí, ante los ojos de Aramburu, Rojas, el general Lanusse y centenas de “gorilas” recalcitrantes, acusaron a los jefes de la “Libertadora” de asesinato de patriotas inermes, de torturas y prisiones de hombres y mujeres por el solo delito de ser peronistas”.[2]

            Se remarca, en esta trifulca, que dos personas solamente –Kelly y Guidi- se trenzaron a golpes de puño contra unos 600 asistentes –entre radicales, conservadores y uniformados- durante el recuerdo funerario del teniente general Arturo Ossorio Arana[3], cuyo sepulcro sirvió para tapar, con estatuaria grandilocuente y frases moralistas, la anónima tumba de los mazorqueros Ciriaco Cuitiño y Leandro Antonio Alen, a metros del famosa Basílica de Nuestra Señora del Pilar.

Kelly, de saco y corbata, reparte trompadas en las afueras del cementerio de La Recoleta, 1969.

            Sin embargo, y como solía decir una veterana militante justicialista, “cuando Perón daba dos órdenes, éstas equivalían a tres porque había que leerlo entrelíneas”. Por eso vemos, en la última página del periódico que refleja la pelea desigual en La Recoleta, una lisonjera dedicatoria que Juan Perón hace a los responsables del diario “Marchar”, cuyas editoriales eran suscriptas por su odiado Kelly. Allí, el ex mandatario en el exilio, al pie de una imagen suya, les apoya con desbordante efusividad:

            “Para el periódico “Marchar” con el deseo de que encamine su prédica contra la antipatria y por la unidad del Pueblo Peronista. – Madrid, 2 marzo 1969 – Juan Perón.”

            Punto, entonces.

             


Por Descamisado mazorquero



[1] En esa misma carta, Perón desautoriza como pertenecientes al justicialismo al Movimiento Revolucionario Peronista, de Héctor Villalón; y, a la Confederación de Agrupaciones Gremiales Peronistas.
                La edición de “Alianza” de junio de 1964, por tomar un número anterior a la fecha de la carta emitida por Perón en agosto de ese año, leemos que protege a John William Cooke (que cubanizó o marxistizó al peronismo), despotrica contra el judaísmo, acusa al Plan CONINTES de “fascista” y publica a sus integrantes abrazándose con Andrés Framini, creador en los 70 del siniestro Partido Peronista Auténtico, rama partidaria de la terrorista Organización Montoneros. Es decir, todo un berenjenal.
[2] Nota “Firmenich-Aramburu”, diario “Marchar”, extra periódico, año 1974, página 11.   
[3] Fue ministro de Guerra de la Nación durante la presidencia de Facto de Pedro Eugenio Aramburu.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Revisionismo historico se lleno zurdos y fachos de pensamiento autoritario.