sábado, 7 de febrero de 2009

SIONISMO POLITICO Y SIONISMO PRACTICO, EN UNA CARTA DE LOS AÑOS 30


Muy poco material sobre las primeras manifestaciones del nacionalismo argentino llegan hasta nuestros días. Un silencioso destino pareció confinar dicho material a transitar el olvido más despiadado, por tremendamente peligroso y verídico. Tal es el caso de un viejo periódico llamado "Crisol", que los nacionalistas tuvieron como fuente respetada y prodigiosa allá por mediados de la década de 1930.

Fue continuadora, esta publicación, de un diario clerical llamado "Criterio" que, ni bien desapareció, fue sucedido por aquél y por otro medio gráfico llamado "Bandera Argentina". En esta ocasión, nos interesa hacer algunas pocas referencias sobre "Crisol".

Bien puede decirse que "Crisol" nació influenciado por militantes que habían vivido de cerca los acontecimientos surgidos tras el primer golpe de Estado argentino del siglo XX, bajo la prédica que irradiaban las palabras del general conservador José Félix Uriburu. Vieron con no buenos ojos el gobierno de don Hipólito Yrigoyen, y su editor era nada más y nada menos que don Enrique Osés.

Hacían sus periodistas una reivindicación del hombre de campo, al que veían como prototipo del ser argentino que, sí o sí, tenía diferentes necesidades respecto a los inmigrantes europeos que arribaban a las costas argentinas por aquél entonces. En la edición del 19 de agosto de 1934, "Crisol" se refería así sobre el gaucho: "El hombre de campo es superior al hombre de la ciudad. El hombre de campo es productor... El hombre de la ciudad, individualmente, no vale nada. Es un accesorio, una pequeña pieza de la máquina... En tierra adentro está nuestra liberación. Allí debemos recurrir, porque allá aún queda algo de lo nuestro".

Promediando 1937 y 1938, "Crisol" publica en sus páginas numerosas cartas imaginarias en las que un hebreo maléfico -Isaac- clarifica a otro de su misma genética -Samuel- acerca del verdadero rol del judaísmo sionista en los acontecimientos universales. Todas esas cartas, que contienen nombres y fechas, por cierto, verdaderas, fueron recopiladas y editadas en formato de libro, acaso una muy desconocida pieza bibliográfica que llevó por título "Cartas de Judío a Judío", y que fue confeccionada en Buenos Aires en 1938.

Una de las cartas era la siguiente -esto fue escrito casi a finales de los años 30 del siglo XX; cualquier semejanza con los acontecimientos del siglo XXI, es mera casualidad-:


"SIONISMO POLITICO Y SIONISMO PRACTICO

Mi querido Samuel: Cuando hables o escribas sobre sionismo es siempre indispensable que lo dividas en político y en práctico, porque ambos, queriendo llegar a igual fin, que es el dominio del mundo por los judíos, lo buscan por distintos caminos. El creador del sionismo político es Teodoro Herzl; el del práctico es Ascher Hinzberg, más conocido por Achad Cham, que como ya te expliqué significa "El único del pueblo". Estos dos grandes judíos eran enemigos irreductibles y sus teorías, opuestas, no obstante haber triunfado las dos, la de Herzl en el orden político con la creación del hogar judío en la Palestina, la de Hinzberg en el práctico, mediante el dominio que sobre los chanchos cristianos ejercemos los judíos en sus propios países a través de todas las actividades sociales y económicas.

Herzl quería el dominio del mundo desde un punto cualquiera del globo, la Palestina con preferencia porque se puede decir que es la cuna de nuestra raza, aunque bien le hubiera agradado que fuera en la Argentina, según lo confirma en su libro "L'Etat Juif", pág. 96. Achad Cham, sin desechar la idea de Herzl en forma absoluta, buscaba el dominio inmediato del mundo creando dentro de las agrupaciones humanas no-judías, células o kahales de minorías judías, con el objeto de trastornar y destruir esas sociedades, apoderándose de las direcciones de las manifestaciones materiales, morales, intelectuales, espirituales e ideológicas.

Las dos teorías son hoy una realidad, pero se observa que la práctica de Hinzberg, cruel e inescrupulosa como demuestra serlo a través de los Protocolos de los Sabios de Sión, de los cuales es autor, es más certera. Efectivamente, tenemos la Palestina, como lo quería Herzl, desde donde irradiará nuestra cultura milenaria, pero junto con ella una guerra con los árabes que es económica y religiosa a la vez. Esa guerra puede durar durante centenares de años, porque es de guerrillas y porque los mahometanos no son de los que se agachan con la dulzura, la obediencia y la bondad de los chanchos cristianos. El pato en esa boda lo pagan los chanchos cristianos ingleses, desde luego, porque son ellos los que se hacen matar por nosotros, pero todo el mundo sabe que, en el fondo, se trata de una cuestión judía. Y si bien nuestra prensa tiene la precaución de presentarnos como víctimas, se va abriendo camino la creencia de que estamos despojando a los árabes de sus tierras y de sus riquezas, esclavizándolos en suma. Y eso es malo porque se ve nuestro juego. De donde resulta que, triunfante la teoría de Herzl, es dañina para nosotros.

Con la teoría práctica de Hinzberg, en cambio, todo se hace a hurtadillas, desde la sombra, desde la masonería, desde el Pen Club, desde el Rotary Club, desde los partidos políticos, y se hace en todas partes al mismo tiempo y de modo que cuando los chanchos cristianos se dan cuenta de lo que pasa ya están perdidos. Para Achad Cham tanto da que el trono de David esté en Palestina como en Ginebra, el caso es que se instale de una buena vez. Mientras Herzl va de un centro conocido hacia la periferia, Hinzberg abarca toda la periferia y marcha hacia un centro todavía desconocido, pero que bien puede ser también la Palestina. Así, Achad Cham se apodera, en cada país, en cada ciudad, de las finanzas, de la economía, de la industria, el comercio, la producción, la banca, los partidos políticos, el periodismo, las comunicaciones, el cinematógrafo, el teatro, la instrucción, en fin, de la dirección de todas las actividades humanas hasta que tiene el gobierno en sus manos, el que deja ejercer transitoriamente por hombres no-judíos pero instrumentos suyos, hasta que llega el momento de separarlos para que el mando sea ejercido por judíos exclusivamente.

Realizado el dominio en todos los países, los gobernantes Judíos serán los ejecutores de las órdenes que les llegarán del rey judío, del sucedor de David, y es recién entonces cuando se unen las teorías de Herzl y las de Achad Cham, porque, lógicamente, ese trono no puede estar sino en la Palestina.

Ambos planes fueron ardientemente discutidos en 1897, en Basilea, la hermosa ciudad suiza que bañan las aguas del romántico Rhin, donde se debatió también la ardua cuestión que divide a los judíos en orientales, occidentales y americanos. La divergencia continuó hasta nuestros días y sigue aún, pero con un triunfo más rotundo para la teoría de Hinzberg, a la que él mismo dió gran impulso cuando, en 1904, murió Herzl de una muerte que no se sabe si fué natural o violenta.

La victoria que ha sonreído a Achad Cham es remarcable y puede constatarse al releer los Protocolos de los Sabios de Sión y observar cómo sus profecías se han ido cumpliendo y se van cumpliendo, una por una, en este mundo de chanchos cristianos que nos rodea y está ya esclavizado gracias a la clarividencia de ese gran profeta.

ISAAC".

1 comentario:

Anónimo dijo...

Que tristeza me da tanta ignorancia...son patéticos, dignos de lástima a pesar de lo peligrosos que resltan personas con tanto complejo de inferioridd como los que sostienen las ¿ideas? (me parece demasiado continente para tan poco contenido) que uds. sostienen. Ceseis